Qué o quienes somos, qué nos hace ser lo que somos. Interrogantes bien confusos al momento de darle respuestas. Pensadores latinoamericanos como Leopoldo Zea y Enrique Dussel han intentado dar con la solución de este enigma.
La pregunta por nuestra esencia latinoamericana se replantea a partir de nuevas postura como lo fueron la teología de la liberación quienes a partir de un análisis crítico de la historia intentaban realizar una contextualización de las enseñanzas de Cristo en Latinoamérica. Las investigaciones de la situación social en nuestros países dan como resultado el surgimiento de la teoría de la dependencia la cual hace gran énfasis en los conceptos de centro y periferia.
Empero, teorías y posturas que no tuvieron la resonancia que se esperaba y pasaron a ser un mero registro histórico.
Entonces cómo percibirnos, cómo indígenas sin serlo realmente, ni españoles o negros? A nuestra generación es la que nos corresponde pensarlo, construir un imaginario que nos incorpore a todos, crear, como lo diría Hegel un espíritu objetivo capaz de abarcar e incorporarse a todos los estamentos individuales y colectivos, para de esa manera tener un punto de partida común.
Para los europeos, esta pregunta ya no es ni siquiera necesaria, ni mucho menos para lo Norteamericanos quienes se conciben desde sus inicios como la tierra prometida dada las persecuciones que vivieron por parte de Enrique VIII en sus inicios como pueblo.
Una de las naciones que tiene muy clara esta situación, me atrevería a decirlo, es la alemana, quienes se perciben bajo la expresión deutsch (alemán). deutsch alude meramente a lo que resulta familiar a todos aquellos que se expresan en un idioma común. La raíz de deutsch reaparece en el verbo deuten (apuntar, indicar o explicar): de ahí que deutsch venga a querer decir lo que es claro (deutlich), lo familiar, lo acostumbrado, lo heredado, lo propio de nuestro suelo.
La nación Alemana a pesar de haber sufrido grandes descalabros en su reiterativa intención de apoderarse de territorios continúa percibiéndose de igual manera. Sin embargo históricamente se puede ver que fueron estas derrotas las que lo ayudaron a darle forma a esta visión. Y tal vez uno de los descalabros que más son recordados en Alemania es la de Alsacia, como lo afirma el mismo Richard Wagner: Con el derrumbe de nuestro poder político en el exterior, es decir, con la pérdida de significación de la autoridad imperial, que hoy lloramos como principio de la ruina de la gloria alemana, comienza en realidad el desarrollo auténtico de la esencia (Wesen) alemana genuina.
Incluso, el espíritu alemán se encuentra forjado por ideas foráneas que las tomaron e incorporaron a su diario vivir. Caso ese el del desarrollo mercantilista incorporado y adaptado a partir de las guerra napoleónicas y hasta cierto nivel por algunas comunidades judías que llegaron a estos territorios a mediados del siglo XVII. Para el alemán no es importante quién los gobierna, siempre y cuando respete sus tradiciones y su cultura.
Son muchos los elementos que se fusionaron para formar este imaginario alemán, pero lo que si es claro fue que se concibieron como un pueblo.
Entonces, qué sucede en nuestras naciones que no podemos articular la mescla de tres culturas, que aunque distintas, susceptibles al cambio como todas las demás?
Cuáles son los elementos comunes que debemos tener en cuenta para desarrollar una identidad propia que surge como respuesta a nuestro tiempo.
Para los europeos, el factor económico fue importante al momento de realizar dicha empresa, la idea de progreso tecnocrática se manifestaba como aplicable y se ajustaba a los intereses de la mayoría.
Será que tenemos que pensar seriamente en la elaboración de una idea de progreso distinta a la europea, con las implicaciones que eso trae. La idea de progreso tecnocrático ya no soporta más, se manifiesta como incapaz de solucionar los grandes problemas ecológicos a los que conlleva.
Dentro de la idea de progreso tecnocrático, el ser latinoamericano y más concretamente el ser colombiano se encuentra en un mundo que se le fue impuesto, no lo parió de sus entrañas como sí sucedió con las naciones europeas con todas sus implicaciones. En nuestro territorio las guerras libertadora eran guiada por un grupo reducido de «criollos» de las clases altas que lo único que les interesaba eran emular las guerras europeas y de esa manera tener un territorio a su servicio con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad como estandarte.
Entonces para terminar este breve momento de reflexión, la pregunta queda sobre la mesa, ¿nos corresponde repensar el ser latinoamericano desde la reconstrucción de la idea de progreso, teniendo como punto de partida la idea de identidad?
La pregunta por nuestra esencia latinoamericana se replantea a partir de nuevas postura como lo fueron la teología de la liberación quienes a partir de un análisis crítico de la historia intentaban realizar una contextualización de las enseñanzas de Cristo en Latinoamérica. Las investigaciones de la situación social en nuestros países dan como resultado el surgimiento de la teoría de la dependencia la cual hace gran énfasis en los conceptos de centro y periferia.
Empero, teorías y posturas que no tuvieron la resonancia que se esperaba y pasaron a ser un mero registro histórico.
Entonces cómo percibirnos, cómo indígenas sin serlo realmente, ni españoles o negros? A nuestra generación es la que nos corresponde pensarlo, construir un imaginario que nos incorpore a todos, crear, como lo diría Hegel un espíritu objetivo capaz de abarcar e incorporarse a todos los estamentos individuales y colectivos, para de esa manera tener un punto de partida común.
Para los europeos, esta pregunta ya no es ni siquiera necesaria, ni mucho menos para lo Norteamericanos quienes se conciben desde sus inicios como la tierra prometida dada las persecuciones que vivieron por parte de Enrique VIII en sus inicios como pueblo.
Una de las naciones que tiene muy clara esta situación, me atrevería a decirlo, es la alemana, quienes se perciben bajo la expresión deutsch (alemán). deutsch alude meramente a lo que resulta familiar a todos aquellos que se expresan en un idioma común. La raíz de deutsch reaparece en el verbo deuten (apuntar, indicar o explicar): de ahí que deutsch venga a querer decir lo que es claro (deutlich), lo familiar, lo acostumbrado, lo heredado, lo propio de nuestro suelo.
La nación Alemana a pesar de haber sufrido grandes descalabros en su reiterativa intención de apoderarse de territorios continúa percibiéndose de igual manera. Sin embargo históricamente se puede ver que fueron estas derrotas las que lo ayudaron a darle forma a esta visión. Y tal vez uno de los descalabros que más son recordados en Alemania es la de Alsacia, como lo afirma el mismo Richard Wagner: Con el derrumbe de nuestro poder político en el exterior, es decir, con la pérdida de significación de la autoridad imperial, que hoy lloramos como principio de la ruina de la gloria alemana, comienza en realidad el desarrollo auténtico de la esencia (Wesen) alemana genuina.
Incluso, el espíritu alemán se encuentra forjado por ideas foráneas que las tomaron e incorporaron a su diario vivir. Caso ese el del desarrollo mercantilista incorporado y adaptado a partir de las guerra napoleónicas y hasta cierto nivel por algunas comunidades judías que llegaron a estos territorios a mediados del siglo XVII. Para el alemán no es importante quién los gobierna, siempre y cuando respete sus tradiciones y su cultura.
Son muchos los elementos que se fusionaron para formar este imaginario alemán, pero lo que si es claro fue que se concibieron como un pueblo.
Entonces, qué sucede en nuestras naciones que no podemos articular la mescla de tres culturas, que aunque distintas, susceptibles al cambio como todas las demás?
Cuáles son los elementos comunes que debemos tener en cuenta para desarrollar una identidad propia que surge como respuesta a nuestro tiempo.
Para los europeos, el factor económico fue importante al momento de realizar dicha empresa, la idea de progreso tecnocrática se manifestaba como aplicable y se ajustaba a los intereses de la mayoría.
Será que tenemos que pensar seriamente en la elaboración de una idea de progreso distinta a la europea, con las implicaciones que eso trae. La idea de progreso tecnocrático ya no soporta más, se manifiesta como incapaz de solucionar los grandes problemas ecológicos a los que conlleva.
Dentro de la idea de progreso tecnocrático, el ser latinoamericano y más concretamente el ser colombiano se encuentra en un mundo que se le fue impuesto, no lo parió de sus entrañas como sí sucedió con las naciones europeas con todas sus implicaciones. En nuestro territorio las guerras libertadora eran guiada por un grupo reducido de «criollos» de las clases altas que lo único que les interesaba eran emular las guerras europeas y de esa manera tener un territorio a su servicio con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad como estandarte.
Entonces para terminar este breve momento de reflexión, la pregunta queda sobre la mesa, ¿nos corresponde repensar el ser latinoamericano desde la reconstrucción de la idea de progreso, teniendo como punto de partida la idea de identidad?
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