A la hora de hablar de
“Sexo” la situación se torna un tanto pegajosa, libidinosa,
misteriosa, temeraria, es decir, que no sabemos si estamos frente a
la esencia de la cosa, o en su defecto en la sustancia misma de la
cosa que quiso Dios fuera la causa en sí de la posibilidad misma que
tiene el sexo de crear el hermoso caos que tiene al mundo al borde
del exterminio total si nos vamos a una guerra limite entre los
Estados que buscan liderar y dominar esta cosa que gira sobre su propio eje. Iraquíes, Iraníes y los mismos
Judíos son el claro ejemplo de porque el sexo es a fin de cuentas el
malestar de tantos deseos reprimidos por siglos enteros, todos han
desarrollo con el paso del tiempo lo que yo llamo la “Política del
Origen”, ellos dicen ser los guardianes de los genes del primer
polvo que se echaron en la tierra, no sabemos cómo ni dónde, pero
la cuestión es que detrás de semejante enjambrare de ideas y
costumbres la religión así como los medios de producción mueven su
arsenal de mercancías: condones, tampones, medicamentos para que
ellas no conciban, jabones, grilletes imaginarios como el sexo es
pecado o gracias al sexo Dios achicharró a Sodoma y Gomorra, así las
cosas el sexo como producción de sentimientos es un buen negocio.
Todos tiran de sus
concepciones como guardianes -menos los perros y las perras- que lo
hacen y lo disfrutan sin darse la cara. Ahora bien, el hombre cayo en
el fondo o rescoldo de la potencia que dicha materia: el “Sexo”
nos procura, siempre bajo el temor de aparearnos a partir de la misma
fuerza vital que el sexo posee, por ejemplo el hombre (Adán) hubo
de habérselas con su igual (Eva), pues gracias al gusto por el sexo
el mundo urbano que hoy poseemos terminó siendo el resultado de la
lógica misma de la necesidad de tenerlo, de poseerlo, de
disfrutarlo, de salir en busca de él a los parques, a los moteles, a
las plazas, a las calles, a las cantinas, a los prostíbulos, pues, el
sexo después de Adán y Eva se convirtió en “practica” de ricos
y pobres, hasta los hijos de Dios bajaron a practicarlo con las
hermosas de aquellos tiempos. Ahora bien el sexo como arma, es otra
cosa, se convierte en control, en sujeción, en progresión
sistemática del sexo como producción de marketing social,
económico, religioso y el más temible de todos: el sexo como arma
de guerra, el sexo como arma económica, como arma que castra la
identidad cultural de los pueblos ajenos a las religiones que
engloban y maldicen el mundo, allí el sexo se convierte también en extrapolación del sexo como instinto.
Pero nadie habla del sexo
como inspiración, del sexo como desentrañamiento del ser, o el sexo
como metafísica de la música, o que gracias al sexo los poetas
pueden escribir antipoemas, o poemas gnósticos como los de Gabriela
Mistral, o poemas desesperados como los de García Lorca, e incluso
del sexo como trazos en la pintura de Picasso. No podemos pasar
tampoco desapercibidos sobre el cielo de la filosofía, pues, gracias
al sexo hombres como: Santo Tomás, Leibniz, Descartes, Kant, Hegel,
Kierkegaard o Heidegger se echaron tremendos pajazos tan
largos que aún hoy todavía nos siguen escupiendo sus babas
enfermizas acerca de la política como razón de ser de la justicia y
de la justicia como Organon de la idea de Dios, del Estado, de la
dialéctica del "amo y el esclavo", o escritos sobre el Humanismo
después de haber encendido los hornos crematorios en los campos de
concentración nazis. El sexo da para todo hasta para enseñar en las
escuelas a que los niños y niñas aprendan a masturbase, tan
decadente ha caído el hombre que la ineptitud empueja para que en los
colegios del mundo occidental gasten los millones que tu quieras
tratando de enseñar aquello que al mismísimo Dios se le escapo de la
mano: EL “SEXO”.
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