domingo, 17 de abril de 2011

AL VALLENATO, A GARCÍA MAFLA Y AL POETA DANIEL GARCÍA EN SU CUMPLEAÑOS



Acordeón y Poesía

En días pasados, en medio de las intermitencias de la noche, nos topamos con mi amigo Daniel García (poeta), y Alexander Restrepo otro espurio de la poesía frente a una tarima; estuvimos departiendo algunos tragos, disfrutamos el sentido de la música vallenata. Pues, un grupo interprete estaba en el entablado ejecutando piezas magistrales de canciones que de un modo u otro nos arrancaron lánguidas estridencias clásicas que han hecho posible que la poesía del vallenato sea, entendiendo que esta música es el origen de la ontología trágica de todo un pueblo, [digo que estuvimos allí] con el argumento que exponen las gargantas de propios y extraños a este ritmo, pues no contamos con un organismo externo que lo certifique. El que nos hubiésemos explayado, volcando un sentimiento que nutre el alma del acordeón, la caja y la guacharaca, a propósito de esta posibilidad que encierra comprender, esta vasta realidad nuestra, como lo es la música vallenata, no tendría otro argumento que decir, que lo disfrutamos con algunos buenos tragos de ron.
Pero la cuestión no termina ahí, ahí donde deben terminar todas las cosas perennes, pues, el poeta quien por otras cosas es del interior del país, me interpeló diciendo lo siguiente: “siempre he querido ver como el acordeón se abre de par en par y respira hondamente hasta convertirse en uno solo con quien lo interpreta”, para alguien que no conoce el sentimiento vivo que encierra esta música, no deja de ser un simple argumento más. Sin embargo, quiero dar una respuesta a mi modo de eso que el poeta reclama, es decir, el sentimiento místico que tiene este instrumento: el acordeón cuando se abre de lado a lado tratando de recoger en un solo respiro el mundo en su totalidad.
La música vallenata se instala en el horizonte de lo que Fals Borda denominó lo “sentí pensante”, ella es de algún modo u otro, ser, fuerza, camino que se bifurca, ella permite cantar al amor, sí, el vallenato está para servir a la poesía y al amor, ¿cómo ha ocurrido eso?, -creo- que se da porque se ha instituido como fenómeno, en la medida en que hace de las pasiones humanas todo un camino, un periplo, en el cual la naturaleza tiene mucho que ver, o si no, díganme quién no ha explotado de sentimiento al escuchar obras maestras como: El Río Badillo, Caminitos del Valle, Lucero espiritual, Alicia Dorada, o Matilde Lina. De este modo no tengo más que decir, que estamos ante todo un fenómeno, donde lo andino, lo europeo y lo africano forman un amasijo llamado: Música Vallenata.
También con mis amigos estuvimos hablando del Maestro Jaime García Mafla, el cual dice de los poetas, en su poema los poetas, lo siguiente: “Los poetas son como los pájaros: Ninguna Cualidad aparte de volar y cantar, Ninguna posesión que no sea el aire”; sin embargo lo quería decir, es que para el Maestro Mafla, después de una larga noche de intersticios, es que para él, el Joe Arroyo, es superior a Johann Sebastián Bach, así como lo oyen, ahora le toca a ustedes averiguar dónde lo dijo y bajo qué circunstancias lo dijo. Todo lo que el vallenato puede dar, es siempre el argumento del cual me valgo para decir: que cuando un acordeón se abre de par en par, es porque estamos frente a la posibilidad que encierra la totalidad de las cosas: el amor, la amistad, el olvido, el cantar de los gallos, el patio donde la parranda vallenata toma forma y se convierte en poesía, en nostalgia.
Sin contarlo todo, también hablamos de las categorías Kantianas, de los desmedros de Heidegger, de las ínfulas de historiadores y mecenas de la historia como Weber, incluso de ¿por qué? la izquierda en Colombia no triunfó, incluso de por qué las mujeres se aburren de escuchar siempre lo mismo acerca de todo y de nada, ¡pobre filósofos!... total la noche es superior a los ladridos de perros flacos como nosotros, en eso de las corrientes de pensamiento que arrebatan todo cuanto sobre sale en los morros suramericanos, lo que realmente marco el sentido de la jornada fue, hablar de mujeres, de pasiones fallidas, y sobre todo de la poesía de Nicanor Parra, nuestro poeta andino.
Al hablar de mujeres, nos damos la posibilidad de sentir el calor de lo extraño, de un beso que no fue erótico sino cálido, suave, de despedida, incluso el tedio que produce leer cualquier obrita de nuestros congéneres que rasgan sus vestidos cuando aún no tienen piel de asna, o sea, de burra, todas esas cuestiones colindaron con esa estupenda noche entre amigos, hermanos en la poesía y distintos por nuestros orígenes: Bogotá, Manizales, y Curumaní.
Pero también quiero darle el sentido a ese Bello animal que por cuestiones de la semana mayor, toma cierto significado, en un absurdo de la raza borrica, la cual cargó sobre sus hombros al hijo de Dios, sí, al todopoderoso hecho carne, al de un Dios que ha propiciado tanto desmanes en la historia humana, puesto que si a alguien hay que juzgar sería a Dios, no por ser Dios, sino por abusar de su poder al permitir juzgar tanto al hombre como a las tímidas bestias que han dado tanto de que hablar a judíos y costeños, entre tanto, el vallenato continua siendo lo único que fuerza a decir, que en sus letras existe y entraña el verbo, la sumisión del hombre a la mujer, al juego, a lo universal y divino como es estar entre amigos unidos por una pasión llamada: poesía.

1 comentario:

  1. que buen texto Dr. Negro... Solo una cosa: sería bueno que para la próxima invitaran no?

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