jueves, 10 de noviembre de 2011

SOBRE NICANOR




Yo sé que las personas que leen este artículo son demasiado listas para creer que me levanté tarde esta mañana, que el bus se demoró una hora en pasar y se descompuso a mitad del camino, que tenía una calamidad doméstica y que mi perro se trago varias veces este artículo. Nada de eso, si no he escrito nada, es porque no se me ha dado la gana, o quitándole el dramatismo hiperbóreo, porque no podía –y no pude- escribir el artículo como quería. ¿por qué tanto misterio? Por Nicanor Parra.

Nicanor Parra es mi amigo, y lo puedo decir por dos razones, porque el ya sabe de mí y yo sé de él. Todo comenzó una noche en que me encontraba escribiendo un texto sobre Whitman (que próximamente publicaré) y al otro lado de la línea se encontraba un amigo, de esos que conocen mi pasión desmedida por el pensamiento de Nica, diciéndome: -Hermano, Parra va a saber de nosotros. No lo creí, y en una explicación barroca, todo tuvo sentido, el antipoeta iba a recibir un papelito firmado con el nombre de ambos en donde se le expresaba nuestro afecto en dos líneas. –A Nicanor le encanta eso. Le dijo una amiga personal del escritor que sería la comisionada para llevar el papel.

Por la emoción anterior, hoy levanto un estatuto sobre Parra: basta de aprovecharnos de la inocencia de este hombre de 9 décadas, basta de sacarle leche a su persona (no a sus escritos), basta de verle como un payaso que siempre tiene algo gracioso que decir –los poetas también ven el mar sin pensar nada sobre el mar- o inteligente que anotar sobre un tema común; que quede en el acta que cada escrito de él es una nueva empanada y no hay molde en tiendas de pastelería ni en fritanguerías; que le gusta la playa y quiere descansar, que ha estudiado juiciosamente y sus chistes nada tienen de prosaicos o de chistes, que le gustan las colegialas y el vino, que nunca recibió un Nobel por culpa de su amante sueca enfurecida; que amaba a Rulfo, que Neruda fue su padrino, que Huidobro lo embriagó y que Garcilaso y Rabelais son lecturas de su preferencia, que sabe hacer un soneto o un madrigal pero no lo anda alardeando, que la poesía venía en muletas y la dejó en silla de ruedas, que toda su ironía es la desnudez del pensamiento, que nunca utilizaría tantos que en un escrito, que es un anciano pródigo que pertenece con orgullo a la tribu, que cree en el lenguaje de ésta, que confundió el ser con el ente, que sólo creando mundos se consuela, que no ha aportado nada a la literatura actual, en cambio sí mucho a la teoría del movimiento y de la mecánica, que cada cosa que se dice de él nada tiene de fundamento sino en la palabra misma de él.

Y aquí nos quedaríamos mucho pero no quiero ser de esos escritores de blog que nos abruman con sus textos larguísimos, basta con reproducir un fragmento de un poema de Andrés Torres (modificado abusivamente por mí) que ilustra cómo me siento con la escritura de Don Nica:

"contesto el teléfono y me suena a Tristian
pero es daniel diciéndome proeta aunque me quiera (decir poeta)
y digo
y ella
y a él le suena a y ella
y también digo y su ella
y a él le suena a y su ella
entonces se calla y nos ponemos a llorar mientras decimos chistes"
Daniel García León.

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