Desde
hace un tiempo he venido pensando y reflexionando la política. Debo
decir, que ese ejercicio me ha llevado a una dosis bastante alta de
escepticismo y pesimismo, teniendo en cuenta la praxis de la política
no solo en mi país, sino también en el mundo. Se supone, según los
eruditos de la teoría política, o los grandes apologistas del
Estado, llaméseles politólogos, que éste, surge para poner fin a
las relaciones conflictivas entre los hombres, y solucionar esos
conflictos por vías racionales y no violentas. Un gran sofisma, es
decir, una patraña que lleva a un gran engaño, argumentado por otro
sofisma: la Democracia. Y no solo bajo esta forma de gobierno,
también bajo las formas que han aparecido a través de la historia:
Comunismo, Socialismo, etc. y las que aparezcan en un futuro. Todas
ellas fracasan, fracasaron y fracasarán, por una sencilla razón:
eliminan a los hombres y sus formas de relacionarse, bajo los
sofismas abstractos de humanidad, progreso, desarrollo, civilización
y felicidad.
Todas
estas argucias teóricas han dado vida a una manera
institucionalizada de las relaciones humanas, lo que no es otra cosa,
que la instrumentalización de la relacionalidad propia que tienen
los hombres al habitar con otros hombres el mundo. Les pongo un
ejemplo que todos conocemos: los diálogos de paz del gobierno
colombiano con las FARC. Ellos no ven el diálogo desde lo que
llamaría la preseminencia de la palabra en los hombres, sino como el
acuerdo entre dos instituciones: Estado y FARC. Sí ya sé que la
segunda es ilegal, pero es una institución. Aquí lo que podemos
observar, es una búsqueda de oportunidad para llegar a las esferas
del poder. Sin embargo, quedan por fuera asuntos que la ley no está
facultada para dirimir. Esos asuntos tienen que ver con La
Venganza. Supongamos que
se llega a firmar los acuerdos y las FARC ingresan a la vida pública
y política. ¿Qué pasará con el odio que durante décadas han
cultivado en el pueblo los buitres del poder? ¿Cómo van a volver a
confiar los vecinos en aquellos que fueron sus víctimas y
victimarios?
Tengo
clara una cosa, y es que tanto los líderes políticos como los
cabecillas de las FARC, no tendrán ese problema, incluso, propondrán
políticas de reconciliación, de reparación como si los hombres
fueran aparatos. Recuerden que desde la modernidad el hombre es visto
como una máquina y en esa medida el Estado ve en los ciudadanos
solo máquinas para la producción, eso sí, utilizando eufemismos.
No he leído y en esa medida no sé si exista, un estudio donde se
analice el problema de la venganza en el post conflicto, si alguien
conoce un trabajo sobre ese tema y su relación con la política, le
agradezco me lo diga.
Como
pueden ver, mi preocupación es por la institucionalización de las
relaciones de los hombres. Hombres concretos de carne y hueso, que
viajan en buses repletos como animales, que para bajarse en la
estación de la 63 entre las 5:30 pm y las 8:00 de la noche, hay que
estar dispuesto a sentirse como ganado cuando lo llevan del corral al
cargadero donde se encuentra el camión. Me preocupa no el futuro de
los hombres sumergidos en El Estado, sino sus posibilidades de vida
dentro de él. Es que la violencia interna y externa es el pan de
cada día. Si existen tantos problemas, si hemos vivido dos guerras
mundiales y un centenar de conflictos internos y externos, no es hora
de preguntarnos por el fracaso del Estado.
Hablo
como uno de los millones de hombres que habitan el mundo, que
arrastra el pesado pasado de los que me antecedieron y que observo
cómo la espada de Damocles penetra en el lomo de los hombres como
antes penetró el de los bueyes, para hacer surcos productivos. Hablo
por el hombre que se fuma un cigarrillo, por la mujer que vende
arepas al frente de su casa, por el conductor que atiborra de rostros
una buseta que no le pertenece. Hablo por los pocos hombres honestos
que existen, por las pocas buenas madres que hay en el mundo. Hablo
por la palabra que no quiere ser institución, y que no exige el
derecho de opinión, porque solo se exige algo cuando se supone que
donde lo voy a expresar no me pertenece, y que pena pero el mundo es
de todos.
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