En las
gavetas de mi mesa esta mañana encontré unas copias llenas de polvo que me
hicieron creer que eran muy viejas, pero resulta que no, incluso eran de un
tema antiguo pero actual. Lo que me llevó a considerar que tenía que hacer aseo
general porque estaba viviendo en medio del polvo.
Sin embargo,
antes de ponerme en esa ardua tarea, decidí hojearlas por un momento y me
encontré con la investigación hecha por Peyaye (2002), donde realiza un trabajo
sobre los personajes que han administrado el Estado colombiano, dando prelación
a sus niveles académicos y su vida estudiantil. En más de 250 páginas devela al
lector esos prohombres dignos de emular por los impúberes ciudadanos de este
país. Concluye que la mayoría de ellos han salido de grandes universidades, que
fueron brillantes en su vida estudiantil, aplicados, grandes lectores,
excelentísimos oradores, brillantes estadistas, etc.
Profesionales
del derecho, la economía, la administración pública, la ingeniería industrial,
etc., que dedicaron y han dedicado su vida al servicio del Estado como:
gobernantes, legisladores, ministros, asesores y como en una carrera en círculo
empiezan con el devenir de la práctica política, es decir, de presidentes pasan
a ser legisladores, de alcaldes a gobernadores, de legisladores a alcaldes y
así en esa ruleta política viven y construyen su historia de vida en el
servicio de los demás.
Y dije que
era actual, porque hace unos meses por una emisora escuché que los miembros del
gabinete de un gobierno de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que en la
actualidad existe, está conformado si mal no recuerdo en un 60% por egresados
de los ANDES, otro tanto de la Javeriana, otro poquito de la Nacional y un
minúsculo porcentaje de otras universidades. Les recuerdo: todos excelentísimos
estudiantes, con estudios de postgrado en el exterior, eso sí en las hojas de
vida pública no especifican el tipo de postgrado (especialización, maestría,
doctorado, PhD), pero que los medios los muestran como el conocimiento revelado,
la sabiduría sagrada encarnada en estos hombres que llevarán al país a gran
puerto.
Ahora bien,
estos excelentes hombres por donde se les mire según la investigación realizada
por Peyaye son los que han dirigido el destino del país, desde que se logró la
independencia de la madre, puta pero madre: España. Eso quiere decir, que han
sido y son ellos quienes crean: las políticas económicas, las políticas
educativas, las políticas de salud, las reformas, las leyes, etc. Son ellos los
que han venido dando tumbos en el intento por constituir el Estado. Y que es lo
que tenemos: corrupción, delincuencia y criminalidad, esto por donde se le mire.
Llevamos según
los historiadores –alcahuetas de estos ilustres hombres- algo más de cinco
décadas de violencia, cosa que es una farsa, llevamos más de dos siglos de
violencia. Lo cual demuestra la ineptitud, la incapacidad y la mediocridad de
nuestros gobernantes y dirigentes para el diálogo y llevar al Estado a que
cumpla con el derecho constitucional desde 1991: de la paz.
Durante todo
este tiempo han resultado malos negociantes, el Estado vive de empréstitos y de
inversión extranjera que se roba lo que tiene el país, lo han vendido y lo
siguen vendiendo utilizando sofismas para engatusar, engañar y estafar a un
pueblo que ha sido moldeado para que lo estafen. Estos señores, son los
culpables de la debacle del Estado colombiano. Si es que a esto se le puede dar
esa denominación. Hace unos días escuchaba a uno de esos teóricos de la
política nacional decir que Colombia debía ser un Estado Moderno, es decir,
estamos por allá en el siglo XIII o XIV no solo en lo político, también en
todos los aspectos.
A los
grandes hombres, excelentes estudiantes, genios alados de la humanidad les
debemos lo que tenemos. A ellos hay que culpar y responsabilizar políticamente.
No quiero ser apocalíptico pero en unos cincuenta años Colombia no será más que
un gran hueco, un país pobre que vivirá de las limosnas que los organismos
internacionales les envíen a los gobiernos de turno. Un país como el más pobre
de África en la actualidad.
Por último
quiero aclarar que aquí hablo de los egresados de las universidades que llegan
a las esferas del poder, porque hay muchos que al no tener apellidos de familia,
tienen que dedicarse a laborar como cualquier otro eso sí con más facilidad para
acceder a los puestos por el nombre de la universidad de la cual es egresado. Coloco
la referencia bibliográfica por si alguien quiere consultar, aclarando que no
es fácil de encontrar el documento.
REFERENCIA.
Peyaye, L.
(2002). La estupidez de las profesiones
en los dirigentes colombianos. Curumaní. Ediciones Totuma.
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