miércoles, 24 de agosto de 2011

LA CONCIENCIA POLÍTICA DEL AUTOR



En la historia del hombre una de las formas que posee para manifestar su experiencia con el mundo, la naturaleza y consigo mismo es el arte. Éste le permite expresarse, decir, aquello que no se puede expresar de manera directa sobre todo de la realidad política o social en la cual se encuentra sumergido. El arte ha sido y es considerado como una forma de engaño en el cual el mundo es tergiversado, debido a que se le ha dado todo un hemisferio simbólico. Entonces el arte parece oponerse a la idea de verdad, en este sentido tiene sus grandes opositores y el artista ha caído en esa dinámica permitiendo que su producto caiga en el sustrato de lo superfluo y lo engañoso.

El pensamiento del autor está en su obra, eso quiere decir que en ella está la forma como éste percibe, entiende y comprende el mundo para proponer sobre esa comprensión un juicio que es la esencia del arte en lo que a su manifestación política o su compromiso político respecta. No debemos olvidar que el arte al igual que lo político es público, para que la obra exista ha de ser vista, no existe un arte privado. De allí, que el arte es una manifestación política donde el hombre piensa el mundo y todo lo que le rodea, aprehendiéndolo en el decir. ¿Es entonces el decir lo que produce el autor? ¿La obra es un decir metafórico que plantea desde lo simbólico una realidad que no está o se ha pensado? ¿El autor produce la realidad fáctica o la realidad posible?

El hombre se dedique a lo que se dedique está sumergido en un contexto que él construye y lo construye, está determinado dentro de lo social por unas relaciones sociales dadas a partir de la producción. Ese estar determinado por un constructo social que siendo producto propio lo termina determinando por una serie de fenómenos o instituciones en una relación de poder encaminadas a mantenerlo sumergido en una realidad construida que por medio del discurso de otras disciplinas le hacen ver como necesarias o como verdad, es lo que hace que el autor por medio de la obra sea un revolucionario. Como dice Benjamín, no se dedique a informar sino a luchar.

Entonces el arte es lucha y, lo es sólo en la medida en que el autor ha tomado conciencia de su estado y del estado de las cosas, a partir de allí, su obra es una propuesta política, una denuncia. ¿En eso recae el compromiso político, la calidad y la tendencia de la obra? ¿Crear una conciencia colectiva es el producto del autor? ¿Pero, esa conciencia colectiva se produce en la obra y no en el mundo exterior? El arte parece presentar el momento histórico en el cual se desarrolla, es decir pertenece a un tiempo y lugar determinado. Obsérvese que hemos dicho presentar y no representar, lo que implica que en el arte lo que hay es la realidad dicha pro otro medio: el juicio. La producción artística está de esta manera anclada en las esferas sociales de lo vivo, en las cotidianidades de los hombres.

Ese anclaje en lo social es lo que le permite al autor llevar su pensamiento individual a convertirse en un pensamiento colectivo, a través de la publicidad de la obra donde los espectadores de la misma se encuentran ante un juicio que les pertenece. ¿La conciencia que se produce es entonces llevar al reconocimiento de aquello que a los individuos los afecta? ¿El papel político del arte es guiar hacia ese reconocimiento que genere una conciencia sobre los fenómenos que dominan las relaciones de poder y generar una conciencia de lucha? ¿Qué es la lucha en este aspecto, sobre todo si se busca llevar la deshumanización de lo social a lo humano a través del arte?

Lo anterior deja ver, que el autor no es distante ni ajeno a quienes comparten con él el mundo, sólo en esa medida su pensar no es distante, es cercano. El problema es que el autor se aísla de la realidad, se considera un mensajero, un mesías que hace de su juicio una profecía. Esto ocurre cuando cae en ese discurso que lo dibuja como un ser superior, lo que hace que su decir pierda la validez de la experiencia y termine siendo superfluo. Esa superfluidad del decir del autor es una forma de desacreditar su pensar, contra esa invalidación de su producto es lo primero que debe luchar el autor. Así éste puede tomar conciencia de su ser político para asumir la responsabilidad que esa conciencia implica. El primer producto del autor es la producción de su ser político, su estar en el mundo y con el mundo.

De esta forma la solidaridad del autor con los hombres se hace perceptible precisamente porque en esa conciencia política, el autor se acerca a los hombres en el pensar la sociedad y los fenómenos sociales que los mantienen en estados deshumanizados. El paso de la violencia que es inherente a lo social, a la pacificación que contiene el arte se convierte en el fin del producto del autor. Las relaciones de poder que se da en lo social, se transforma en una relación de producción creadora, no de construcción. Transformar los espacios públicos en espacios de juicio, de decir, es lo que dará al autor un status de productor político, es decir, de compromiso con los demás. ¿Es así como el arte es acción que produce lo político? ¿El autor es un actor que se hace producto desde su decir? ¿La conciencia particular se transforma en conciencia general en la solidaridad política, solidaridad que no se despliega en lo social?

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