martes, 1 de mayo de 2012

LA MANIFESTACIÓN DEL MAL Y SU REALIDAD EN EL MUNDO




Aún hoy en pleno siglo XXI nos seguimos preguntando por el problema del mal. ¿Existe el mal por el mal? ¿Es el mal algo en mismo? El problema parece complicado por dos razones: la primera, porque el hombre es su agente y su juez; la segunda, porque aparece como una oposición a lo que normalmente a través de la historia se ha creído: el orden del mundo. Pensar el mal implica pensar un acto realizado por el hombre, ya que éste es el único ser que tiene la facultad de juzgar como bueno o malo una acción. Teniendo en cuenta lo anterior, pareciera y algunos autores lo defienden que quien comete el mal, carece de la facultad de pensar, de significarse el acto, de evaluarlo. ¿No será que lo piensa muy bien, que lo maquina de tal forma que puede parecernos que no piensa, es decir, que es capaz de hacer el mal y engañar a los espectadores y jueces?

Este escrito mostrará las ideas que al respecto del mal estudia Angela Uribe Botero, quien analiza el problema del mal desde la perspectiva de la negación del ser humano en un acto violento. Ese análisis lo hace a partir de un hecho que se conoció como: la casa Arana. Para ello va a tener en cuenta dos teorías: la teoría del mito del mal puro que aparece en la psicología moral, y una segunda que niega el mito del mal puro, que es el principio socrático según el cual el mal es producto de la ignorancia (Cf. Uribe, 2009: 139).

En su estudio nos muestra haciendo uso de relatos históricos de lo sucedido en la casa Arana, los actos violentos que se llevaban a cabo en esa empresa cauchera. La forma como compran unas tierras y lote de indios para empezar a explotar el caucho, los abusos a los que eran sometidos y las torturas hacen aparecer una negación del otro o de la humanidad del otro. Este tipo de acciones se manifiestan por una serie de teorías o doctrinas que se introducen en los espacios de relación donde el discurso de uno niega las manifestaciones de aquellos que son diferentes. Eso que resultaba tan terrible como indescifrable autorizó al blanco para afirmar contra el indio caníbal la verdad de su propio mundo (Cf. Uribe, 2009: 140).

El mito del caníbal o del indio como ser irracional, sin alma, es el argumento o la justificación para someterlo y destruir su naturaleza en un primer momento y su existencia después. La relación victimario – víctima no es otra que la del hombre y el animal y, como el mal sólo posee ese carácter cuando se le infringe a otro hombre en este caso el mal no existe. Lo que se desarrolla es un proceso de dominación y sometimiento de una naturaleza salvaje. Como vemos es que como apunta la autora el blanco termina imponiendo la verdad de su mundo, de allí que en la misión civilizadora se halle un lastre de horror, que termina siendo maquillado con eufemismos como: civilización, desarrollo, progreso, felicidad y todos esos términos que la academia justificadora y los hombres de sapiencia suma inventan en su alquimia lingüística.

Ahora bien, los comentarios que llegan sobre los pobladores de esas tierras, es que son violentos, agresivos y caníbales, éstas características parecen darle las razones necesarias a los victimarios de llevar a cabo su empresa. Así lo entiende Uribe, cuando señala que ayudados por la historia es posible encontrar algo de verdad en la manera como su defensa es también testimonio de una cultura aterrorizada por el mito del canibalismo y la ferocidad de los indios. Hace referencia a la defensa del señor Arana en Inglaterra, quien argumenta que allí lo que se hace es una labor civilizadora de los indios, conducirlos a la razón y que ellos deben aportar en lo económico para la realización de dicha tarea (Cf. 2009: 140). sin embargo, el problema es que se convirtieron en jueces de una cultura y sin ningún tipo de mediación a no ser la violencia irrumpieron en su mundo. Negaron la humanidad de los aborígenes y, en este caso el mal se configura como un acto consciente y premeditado en el cual la capacidad de juicio y pensamiento están presentes en los actores del mal.

Es de aclarar que su juicio no tiene en cuenta el valor del otro como ser humano,porque actúan en la guiado por una lógica que muestra a la víctima como lo opuesto que debe o bien llevarse a la lógica del victimario o destruirlo. Lo que atrae en el caso Arana y en toda empresa civilizatoria o como se le quiera llamar en la actualidad es que imponen la razón con la irracionalidad, acaban con los bárbaros usando la barbarie ¿no es eso contradictorio, a no ser que se argumente que para acabar el mal hay que usar el mismo mal? ¿y si es así, la única justificación no la da es quien diga tener la verdad y lleva a los demás a aceptar la barbarie?

De esta manera el mal existe según quien determine su aparición, si es un terrorista ahí está el mal, si es un Estado allí está el bien que aparece bajo el orden de la democracia. Es decir, es una cuestión discursiva relacionado con el poder. Este tipo de diferencia lo legitima la historia que en su discurso totalizante convierte las atrocidades en necesariedades que permiten que se llegue a realizar el fin del hombre. Lo que quiere decir, que para alcanzar la humanidad es necesario que se den en el mundo estas manifestaciones violentas y negación de otras formas de vida.

Hay un momento del texto de Uribe donde cuenta citando a Taussing, que las autoridades inglesas al leer el manuscrito lo alteraron al ver lo que contenía para mantener la sobriedad que exigía objetividad y moderación. En lo cual, ella considera, que lo que se expresaba con esa sobriedad era la dificultad que tiene cualquiera para entender que se cometiera este tipo de actos bajo supuestos propósitos civilizatorios y económicos (Cf. 2009: 141). ¿no será más bien una forma de ocultar la barbarie de la civilización que ellos representan? Creer como jueces que el agresor no es consciente e incluso que éste realiza el acto bajo la misma consciencia racional, no es otra cosa que justificar bajo el asombro, la sobriedad, la objetividad o la moderación, la violencia.

Hemos hablado del mito del mal puro, pasemos ahora a la teoría que lo contradice, es el planteamiento de Sócrates en el Menón, donde afirma que quien comete el mal lo hace por ignorancia o lo que es lo mismo por falta de conocimiento. Angela Uribe al respecto dice:Esto significa, en primer lugar, que el perpetrador no parecía emplear la violencia como un medio para un fin determinado; la violencia, en este sentido era gratuita(Uribe, 2009: 142). lo que quiere decir, que el mal es un resultado que no se buscaba, y que aparece como una cuestión fortuita que permite reconocer una imperfección del acto. Por lo tanto, el mal no existe en tanto mal, sólo es una consecuencia desfigurada del bien.

El mal como resultado de la ignorancia conlleva a que todo aquel que hace el mal obra involuntariamente, siguiendo con la idea socrática. La primera de esas afirmaciones de Sócrates quiere decir que nadie desea el mal sin más, por lo tanto quien afirme que el mal por el mal existe, que éste puede ser un fin en mismo, es parte de una ficción según la cual los seres humanos participamos de una suerte de aspecto diabólico del mundo, por lo tanto estaría postulando una suerte de ontología del bien y del mal (Cf. Uribe, 2009: 142). Esa involuntariedad del agente es tal en la medida en que el considera que está haciendo el bien. ¿Pero como un asesino puede considerar el asesinato como bien? Aquí entramos en otro orden, está haciendo el bien desde su orden, él defiende su mundo. Sin embargo, en ese fin protector se encuentra realizando el mal. Sabemos que ante el fin último y desde esta dimensión el mal se valida como salvaguarda del orden.
Porquedesde esta perspectiva socrática el mundo es uno solo e indivisible y todo aquello que lo conforma se ajusta a un sistema consistente y ordenado. Por lo tanto allí donde las acciones humanas no parecen tender al orden del mundo, donde esas acciones parezcan malas lo que hay es una falta de conocimiento. Y si hay que buscar una causa del mal, ésta debe buscarse en un fallo de la razón( Cf. Uribe, 2009 143). La falta de conocimiento es según Sócrates lo que hace que aparezcan actos que van en contra del mundo, debido a esa carencia hay que buscar el mal como un fallo de la razón. Esto quiere decir, que el conocimiento lo posee el hombre al igual que la razón, por lo tanto el mal en mismo no existe, sino una manifestación de los hombres que se juzga como mal.

Eso teniendo en cuenta el planteamiento socrático, donde el mal no es algo externo en el mundo sino una potencialidad inherente en el hombre y, que quien sabe o conoce no lo realiza porque reconoce que está actuando mal. Pero el hombre fenomenaliza el mal en el mundo, y al hacerlo hace que éste exista. Tanto el bien como el mal son valoraciones que los hombres hacen con respecto a las acciones, de allí que son éstos quienes a través de sus actos les den existencia. Por lo tanto, tanto el bien como el mal son manifestaciones de la racionalidad de los hombres, no hay en el momento de realizar uno u otro ni ignorancia ni falta o falla de la razón.

Ahora bien, teniendo en cuenta que el mal es un juicio valorativo que se hace hacia una acción humana, su contenido moral varía de acuerdo a quien como dijimos en párrafos anteriores emite dicho juicio. Parece ser que desde la perspectiva del perpetrador sus acciones están defendiendo el orden del mundo, lo establecido por ese ambiente en el que se encuentra. Eso lo hace que se juzgue como bueno. Sin embargo desde la perspectiva de la víctima lo que se comete es el mal (Cf. Uribe, 2009: 144). lo cual lleva a que en el victimario desde su lógica el acto lleve una carga moral positiva, debido a que según Baumeister, citado por Uribe, el victimario subestima o descuida la dimensión moral de sus acciones. Lo cual hace que en las ideas del perpetrador, los conceptos de crimen y la bondad se compensen (Cf. Uribe, 2009: 150).

Ahora bien, desde la perspectiva de la víctima el acto cometido tiene carga moral negativa debido a que se le está violentando, torturando. Aquí es donde se pone en cuestión la facultad de la razón de juzgarse a misma. Porque el victimario asume que actúa de forma racional, pero la razón de la víctima lo que ve es un acto irracional que por medio de discursos se muestran como racionales, los discursos aparecen como legitimadores de la violencia con lo cual, el mal infringido queda olvidado porque el otro es visto como el salvaje, el mal, el terrorista. Desde esta mirada y para terminar nos podemos preguntar porque el texto de Uribe lo deja entrever ¿es necesario que exista la víctima para que el victimario reconozca que realiza el mal? ¿no hay cierto grado de perversidad en esa intención de reconocimiento?

BIBLIOGRAFÍA
Uribe Botero, Angela. (2009). Perfiles del mal en la historia de Colombia. Bogotá. Universidad nacional de Colombia.

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