domingo, 9 de febrero de 2014

PROVOCACIONES



Desde hace un tiempo he venido pensando y reflexionando la política. Debo decir, que ese ejercicio me ha llevado a una dosis bastante alta de escepticismo y pesimismo, teniendo en cuenta la praxis de la política no solo en mi país, sino también en el mundo. Se supone, según los eruditos de la teoría política, o los grandes apologistas del Estado, llaméseles politólogos, que éste, surge para poner fin a las relaciones conflictivas entre los hombres, y solucionar esos conflictos por vías racionales y no violentas. Un gran sofisma, es decir, una patraña que lleva a un gran engaño, argumentado por otro sofisma: la Democracia. Y no solo bajo esta forma de gobierno, también bajo las formas que han aparecido a través de la historia: Comunismo, Socialismo, etc. y las que aparezcan en un futuro. Todas ellas fracasan, fracasaron y fracasarán, por una sencilla razón: eliminan a los hombres y sus formas de relacionarse, bajo los sofismas abstractos de humanidad, progreso, desarrollo, civilización y felicidad.
Todas estas argucias teóricas han dado vida a una manera institucionalizada de las relaciones humanas, lo que no es otra cosa, que la instrumentalización de la relacionalidad propia que tienen los hombres al habitar con otros hombres el mundo. Les pongo un ejemplo que todos conocemos: los diálogos de paz del gobierno colombiano con las FARC. Ellos no ven el diálogo desde lo que llamaría la preseminencia de la palabra en los hombres, sino como el acuerdo entre dos instituciones: Estado y FARC. Sí ya sé que la segunda es ilegal, pero es una institución. Aquí lo que podemos observar, es una búsqueda de oportunidad para llegar a las esferas del poder. Sin embargo, quedan por fuera asuntos que la ley no está facultada para dirimir. Esos asuntos tienen que ver con La Venganza. Supongamos que se llega a firmar los acuerdos y las FARC ingresan a la vida pública y política. ¿Qué pasará con el odio que durante décadas han cultivado en el pueblo los buitres del poder? ¿Cómo van a volver a confiar los vecinos en aquellos que fueron sus víctimas y victimarios?
Tengo clara una cosa, y es que tanto los líderes políticos como los cabecillas de las FARC, no tendrán ese problema, incluso, propondrán políticas de reconciliación, de reparación como si los hombres fueran aparatos. Recuerden que desde la modernidad el hombre es visto como una máquina y en esa medida el Estado ve en los ciudadanos solo máquinas para la producción, eso sí, utilizando eufemismos. No he leído y en esa medida no sé si exista, un estudio donde se analice el problema de la venganza en el post conflicto, si alguien conoce un trabajo sobre ese tema y su relación con la política, le agradezco me lo diga.
Como pueden ver, mi preocupación es por la institucionalización de las relaciones de los hombres. Hombres concretos de carne y hueso, que viajan en buses repletos como animales, que para bajarse en la estación de la 63 entre las 5:30 pm y las 8:00 de la noche, hay que estar dispuesto a sentirse como ganado cuando lo llevan del corral al cargadero donde se encuentra el camión. Me preocupa no el futuro de los hombres sumergidos en El Estado, sino sus posibilidades de vida dentro de él. Es que la violencia interna y externa es el pan de cada día. Si existen tantos problemas, si hemos vivido dos guerras mundiales y un centenar de conflictos internos y externos, no es hora de preguntarnos por el fracaso del Estado.
Hablo como uno de los millones de hombres que habitan el mundo, que arrastra el pesado pasado de los que me antecedieron y que observo cómo la espada de Damocles penetra en el lomo de los hombres como antes penetró el de los bueyes, para hacer surcos productivos. Hablo por el hombre que se fuma un cigarrillo, por la mujer que vende arepas al frente de su casa, por el conductor que atiborra de rostros una buseta que no le pertenece. Hablo por los pocos hombres honestos que existen, por las pocas buenas madres que hay en el mundo. Hablo por la palabra que no quiere ser institución, y que no exige el derecho de opinión, porque solo se exige algo cuando se supone que donde lo voy a expresar no me pertenece, y que pena pero el mundo es de todos.

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