Qué culpa tiene la estaca si el sapo brinca y se ensarta…
Para el siguiente ejercicio pintoresco haremos una serie de tres ensayitos cortos, en los cuales propondremos una especie de colcha recocida del pragmatismo en James William, Wittgenstein y Karl R. Popper. Aunque con Wittgenstein “jugaremos” un poco más con sus tentativas pesimistas acerca del lenguaje, de ahí el nombre de esta serie de ensayos.
I
Qué culpa tiene la estaca si el sapo brinca y se ensarta, es una especie de alegoría Kantiana de la especificidad moral del sujeto ilustrado que busca de forma recurrente el ejercicio “idealesco” de un fin que no sólo justifique los medios de la historia política, social y religiosa del mundo, sino que abarque por completo el universo perdido de la razón, el cual se haya en manos de la ciencia económica y por demás utilitaristas de la globalización y del cambio climático tema por demás notorio en la actualidad. Recordemos que a comienzos del XX, se debatían temas relacionados con la crisis de la racionalidad, la psicología, la historia, etc. Mientras que las ciencias exactas gozaban de cierta capacidad de respuesta al desarrollo o la idea de progreso asociado con bienestar y calidad de vida, hoy cien años después seguimos en las mismas, dele que dele a la rueca de la historia y nada que aflora en nuevos harapos al menos en una solución práctica de la insociabilidad del ser y la cosa humana bajo una especificidad neo-practica y jurídica a la vez que los cimientos de la comunicación socavan el imaginario liberal de la democracia y la inclusión.
El temerario William james más que un filósofo pragmático es un originario aventurero ingles que surcó las aguas de la “empiria” y la “racionalidad”, (1842-1910), cortando por así decir con los nibelungos dogmas de la filosofía alemana, un ejercicio de la apofántica tarea de crear un sistema capaz de pluralizar los deseos y los portentos de la modernidad en occidente: Estados Unidos y Europa, para ser más exacto. Por tanto este marinero frentón y barbudo, acometió un tratado que buscaba resarcir el viejo estadio de la meta-razón, (El pragmatismo) por un nuevo culebrón como decimos en Colombia: el de la pluralidad de lo racial y lo político. Tal hecho lo colocó a la base de la crítica anglosajona y continental, por sus mezclas afrodisiacas de la praxis y el valor de las acciones humanas, un desafuero completo, pues el mundo giraba y giraba en torno a las ruinas conceptuales de Dios, y Dios hecho carne, se complacía en recrear una especie de doctrina democrática de la razón instrumental, dando pasos de animal grande y descomunal, convertido con el tiempo en el totalitarismo de las democracias en occidente, mientras el buen loco de Nietzsche celebraba bajo tierra con los gusanos de la decadencia humana. Más de un siglo de todo aquel revelar la identificación de las estructuras del poder cerebral de la doctrina del centro contra la periferia, nos tienen aquí escribiendo sobre pendejadas más históricas-decadentes que filosóficas.
Pero antes de abordar el tema de mi interés, quiero mencionar el pasaje de la página 75 de Pragmatismo, (Alianza Editorial, 2000), del señor James, “Startt der lebendingen Natur –decimos- da Gott die Menschen schuf hinein”, o “Da Gott die Menschen schuf hinein,/Umgibt in rauch und Moder nur/ Dich Tiergeripp und Totenbein”: <(En vez de la naturaleza viva/que infundió Dios al hombre al producirlo/ te rodean tan sólo el humo, el moho/ muertos caparazones y esqueletos)>. De tal premisa de la irreligiosidad de la naturaleza humana, plantea el autor, y desde entonces, -creo- las guerras han construido alrededor de la vacua humanidad el horizonte del pensar, el reino vivo de la razón que arrasa al otro, lo deforma, lo lleva a cámara de gases, y lo traspasa con la lanza de la hegemonía militar, para luego sí, reescribir el horizonte de lo humano en Carta a los que han quedado ensordecido con el tronar de los cañones.
Colindado con lo anterior el misionero James, trata de esquilar la santa oveja que le dará el nuncio apostólico-pragmático de la esperanza en una forma de abordar el resquebrajamiento de la inutilidad propia de la raza humana, la cual trata de comprender el mundo sólo a partir de premisas previas de cierto positivismo lógico en la economía, a esto diría Jaspers años después sino no usamos “la razonabilidad de la razón” el riesgo inminente de un colapso nuclear esta por llegar, es decir, en que la fuerza humana de la producción mecánica, estaba por aquel entonces (1906) en su punto emancipador de la libertad y la prosperidad, mientras hoy cien años después, estamos en el conflicto de qué hacemos con tanto industrialismo y desarrollismo, cuando el agua se agota, y el oxigeno es apenas un portento de lo que nos aguarda, y caemos hoy día en la suprema esperanza de tratados como el de Kioto: ¡Pero qué mejunje tan nebuloso, qué cosa tan entumecida, tan atada, qué artificialidad oprimente, qué excrecencia académica tan mohosa, que sueño enfermizo! ¡Fuera con ella! ¡Fuera con todas ellas! ¡De ninguna forma! ¡No, de ninguna! (james, 2000:75).
Dentro de la lógica quizás recurrente de William James, cuando este pretende postular un proceso distinto de unilateridad en la forma como el hombre entabla sus mundos frente a la realidad, es lo que me interesa abordar aquí y ahora: o sea, cómo abarcar desde el mismo hemisferio de la ciencias positivas un escenario distinto al planteado por lo “seudo-religioso” (trabajemos todos en la obra de Dios, pues ahora el mundo es la ciudad de Dios, y el capitalismo el anti-Cristo, que nos consume la medula del meta-relato del amor al otro), toda esta mezcla de verdad constituye el foco de apertura hacia las vertientes académicas que forjan el nuevo “futuro” endiosado de la tecnología y la nano-ciencia, las tristes redes poéticas de Pablo Neruda, son solo artificios frente a un mundo cada vez más globalizado y triste.
Por consiguiente el escenario es el siguiente: a mediados del siglo XIX Karl Marx en medio de su arsenal de ideas, dijo lo siguiente: “Todo lo sólido se desvanece en el aire” y poco después, Ernest Heinrich Haeckel (1824-1919), basándose en Bonn, Emil Strauss 1899, sirven a James William para jugar un poco con: “Pensemos, por ejemplo, en la rudeza, al estilo de las Montañas Rocosas, de un Haeckel, con su monismo materialista, su dios-éter y sus bromas sobre Dios como –vertebrado gaseoso-“ (James,2000:63). Podríamos sustraer entonces lo siguiente, “si todo lo solido se desvanece” y si “Dios es un vertebrado gaseoso”, la historia de la humanidad ha girado en torno a la idea de fundamentar desde el principio de los tiempos un sistema mediante el cual subrepticiamente logremos una perfecta balanza que equipare tanto a pobres como a ricos, sacando de ello una política de gobierno mundial que cree consensos donde los disensos fluctúan entre la materialidad y la justeza, es decir, en la creación de un mundo artificial donde los principios religiosos de cada pueblo contenga un mínimo de acción sustentada en la capacidad operativa de los sistemas democráticos de los países o estados desarrollados aparentemente para tal fin. Lo cual no es otra cosa que la periferia sigue siendo la base de la gran pirámide de la estructura global del bienestar común cuya estrella brilla en los campos y ciudades mejor acomodadas en el mundo de las mercancías (incluida las tecnologías), las diversiones y los servicios públicos.
Pero, “si todo lo solido se desvanece y Dios es un vertebrado gaseoso”, el mundo latino- americano no escapa con facilidad a tal principio de la universalidad lógica de la riqueza de las naciones, es por ello, que en Colombia y casi todos los países inmersos en lo que queda de selva y monte, de hecho en el sur y el centro del continente, se están viendo expuestos a una nueva lógica del pragmatismo preclaro de la industrialización, y la Trans-Colonización de sus RECURSOS NATURALES, pues, la COMPRA Y VENTA DE OXIGENO se ha vuelto en estos países el pan de cada día, países como Japón, Canadá, Rusia, EEUU, Inglaterra, Holanda y muchos más, los cuales tiene gran calado a nivel internacional en la producción de contaminantes, y basados en el protocolo de Kioto (menos Usa, pero eso da igual), están comprando a bastas zonas principalmente de resguardos indígenas el oxigeno que “producen” dichos resguardos y parques naturales, les compran el oxigeno con la condición de que no sean tocados por procesos productivos de ninguna clase, y de ese modo las selvas nuestras se convierten en los grandes generadores de oxigeno mientras ellos continúan produciendo todo tipo de desarrollo industrial, pues, la consigna es que sigan en su estado de atraso y salvando al mundo, cuidando la maquina natural de la producción de oxigeno para que sus economías continúen su insaciable voracidad productiva.
De tal modo que durante más de sesenta años las guerrillas colombianas se volvieron sin saberlo en las salvaguardas, de la gigante industria más impresionante que existe en el mundo mientras su defensa campesina languideció gracias al evangelio del protestantismo norteamericano, pues, nuestras selvas y ríos son las fuentes primarias de la conservación de la vida en el planeta, de quienes precisamente le hacen el mayor daño colosal que existe en la actualidad, contra todo pronostico, dichas guerrillas y nuestro pueblos indígenas han cuidado el tesoro de la humanidad el vital “vertebrado gaseoso” (el árbol de la vida) el oxigeno, porque “todo lo solido del desarrollismo industrial, se está desvaneciendo”, ¡vaya paradoja esta!, quién lo iba a imaginar, ahora somos los dueños de las reservas de agua y oxigeno del planeta, desde Centro América hasta la Patagonia, nuestros bosques son el Cristo encarnado que salvarán al mundo de todos sus pecados capitalistas o anticristianos, toda una mezcla extraña, llena de sortilegios y de fortuitas cavilaciones que filósofos y poetas han anunciado sin ruborizarse, de este modo la lengua del demonio se pasea por el continente tratando de seducir a los dueños del paraíso para que coman el fruto prohibido que no es otra cosa que el dinero y el capital: vendiendo sus bastos territorios por unas migajas, y para que los que aún quedan después de quinientos años de explotación se pierdan en el laberinto de la corrupción y los impuestos, pues, finalmente serán expulsados, otrora, lo hiciera el gran Dios con los adánicos aspersores de gran parte de la raza humana.
Pues, qué culpa tendrá el sapo si se ensarta, a mi modo de entender casi todo o nada, lo anterior obedece a lo siguiente: por años hemos enfrentado un conflicto de intereses morales, políticos, raciales, educativos, económicos y sociales, a comienzos del siglo XX la filosofía, la lógica y el “pensar” estaban en una rechinar de espadas, hoy el rechinar ya no tiene nada que ver con corrientes de pensamiento o de equilibrios existenciales en defendernos de algo o de alguien, hoy sólo queda el respirar lo que sea antes de morir momificado, las escuelas de pensamientos, -si es que las hay- se dedican a formular recetas anticuadas para los apetitosos señores dueños de la humanidad, banqueros que parecen astronautas libres de las congojas humanas, libre pensadores de calcomanías a lo “Mickey Mouse”, o idiotas que dudan del salvajismo humano, los cuales propenden por una lógica tan perversa como pragmática al decir que nuestra miseria es producto de las desigualdad entre la periferia y el centro, cuando lo que realmente opera es la voracidad que entraña la desaparición del otro como una solución práctica a la desigualdad hemisférica, es decir, nos quieren mostrar un mundo maravilloso, cuando en realidad el Dios gaseoso ha corrompido las bases de cualquier cosa llamada humanidad, pues desde la Lógica de Occam, lo concreto y lo abstracto se devoran así mismas…