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-Un preludio de nuestra decadencia-.
Para el siguiente texto quiero partir del referente epistemológico que las ciencias sociales tienen desde los inicios del conocimiento, y cómo ellas al igual que la física o la astronomía, buscan consolidar su rigurosidad lógica y exacta para tener el carácter o el interés científico por las cuestiones sociales y políticas. Es decir, las ciencias sociales están y se instituyen en el horizonte de las humanidades buscando ser reconocidas al igual que la filosofía, desde que Aristóteles le dio el carácter de Ciencia Primera, o sea, como ciencia rigurosa; de ese mismo punto parten las ciencias sociales o mejor aún la historia. Hablar de humanidades en nuestros días significa de algún modo tocar el punto crítico al cual quiero referirme, y el cual iremos conociendo poco a poco, me refiero a la Miseria del Historicismo.
Para ello me apoyaré un poco en Karl Raimundo Popper. Por tanto buscaremos entre todos los aquí presente dilucidar sobre este tema en particular, el cual clarificará; -si es posible pensar la historia como un constructo sistémico-, y si las ciencias sociales tiene un fin último en la cual el hombre es pieza fundamental en la absolutización del pensamiento universal, y si nuestra permanencia en el planeta se sobrecoge al hecho factico de la naturaleza humana en él. Y cómo el argumento científico puede colindar con la ingeniera social, cuyo eje sostiene el quehacer cotidiano de nosotros en el mundo permitiendo el sostén de la compresión humana en su diario vivir, y moviéndonos todos en ese sentido forjamos las estructuras del Estado y finalmente la economía.
La pregunta entonces es la siguiente: ¿Puede la historia servir de referente para la conservación de la especie humana, y si la historia constituye en la actualidad un principio en el cual los jóvenes estudiantes vean en ella un principio rector en la comprensión de su entorno social?
Partamos entonces anunciando que Popper refuta que la historia no podrá jamás predecir el futuro de la humanidad, por tanto su consideración de ver en la historia una posibilidad científica, exacta o logo céntrica, al modo de los descubrimientos de Copérnico con la teoría heliocéntrica, o Newton con la reafirmación de la termodinámica o el descubrimiento de la gravedad son sólo razones de argumento que el autor plantea en la crisis de las ciencias europeas agudizadas con el surgimiento de la primera guerra mundial, y reafirmadas con la barbaridad desarrollada con el régimen nazi y el posterior desencadenamiento de la segunda guerra mundial. Entre dichas ciencias no escapan a sus argumentos la sociología, la psicología y la razón misma como argumento de refutación del destino del hombre en un mundo cada vez más globalizado, lo que quizás Karl Marx había dicho por allá en 1868 cuando anunció el alienarmiento del hombre, pues el mundo no es otra cosa que un arsenal de mercancías, y el hombre es una de ellas.
Por consiguiente el argumento de Popper parte de la necesidad de encontrar precisamente el punto al cual me refería al principio de es texto, es decir, aclarar que el historicismo y la historia como constructo social y político se desarrolla en claro ejercicio espontaneo de las acciones humanas, pues son los actos de vida los que demuestran, hasta qué punto los hechos del hombre en el despliegue del desarrollo social, económico, político, religioso, científico, y sí estos permiten consolidar un principio cientificista de las ciencias sociales, pues para Popper el ser humano desconoce la historia, y al desconocer la historia esta dando por sentado que las ciencias sociales no pueden quedar al amparo de una lógica concreta como la astronomía o la termodinámica, sólo puede emitir datos más o menos confiables de los hechos.
De este modo el carácter de cientificidad que han tratado por distintos métodos de asegurar algunas ciencias sociales gracias a la sociología, la antropología, la misma psicología por ejemplo, en el campo histórico quizás también la ciencias políticas, bajo el argumento estadístico de los comportamientos sociales y culturales del mundo, caen por su propio peso, gracias a que, los partidarios de un historicismo, (entendamos aquí historicismo como un sistema que permite mediar en el tiempo las acciones que a través del transcurso de los hechos han permitido marcar cierto período de la historia, ejemplo Edad Media, Pre-Modernidad y Modernidad por citar sólo algunos), es decir, los historicista reconocen que existen leyes que son validas en cualquier parte, esto permite saber que un kilo de hierro pesa lo mismo aquí que en el otro lado del mundo, y que las leyes sociales son por antonomasia distintas de acuerdo al comportamiento de los hombres dependiendo del lugar en que ellos se encuentren, por ejemplo la revolución Francesa tuvo un orden muy diferente al de la revolución cubana, y ambas son consideradas revoluciones. Por tanto para Popper centrar el andamiaje de la historia en leyes claras y universales es cosa que no tiene ningún principio rector en la universalidad del conocimiento como argumento de ratificación de la vida social en todos los escenarios en que el hombre se desenvuelve. Sin embargo el autor aclara que ciertos hechos como la industrialización del hombre y su posterior etiquetamiento en los sistemas de producción funcionan más o menos como las leyes de la termodinámica por citar un ejemplo.
Lo anterior quiere decir que para Popper lo único que se puede tabular al menos como los principio de refutación para que una ley científica sea universal es el dominio que los organismo institucionales pueden hacer en materia de economía política, es decir, se puede predecir que después de un terremoto van haber muchas victimas, lo que jamás se podrá afirmar cuánto va ser el número exacto y mucho menos en que condiciones van a quedar los que salgan con vida, y cuánto tiempo tardaran en reorganizarse en el mundo más o menos condicionado en el cuál se desenvolvían. De ahí que el autor determine que la miseria del historicismo cosiste precisamente en que el hombre en su afán de controlar las espontaneidades humanas, o lo que Hannah Arendt denominaba en su libro de la Condición Humana como: la pluralidad. Dicho control lo va arrastrando a si mismo a la destrucción del orden natural, y con ello el destripamiento del mundo que le permite existir.
Todo el argumento de Popper consiste en identificar leyes que sean capaces de negar o refutar una ley especifica. Para ello se vale del principio lógico en este caso del argumento causa en sí, del acto que lo ocasionó, es decir, existe en la ley natural principios inviolables que niegan precisamente el argumento científico de considerar distinticas épocas de la historia de la humanidad como repetibles, y estas a su vez como leyes universales. La caída del Imperio de Constantinopla significo algo muy distinto de la caída del Imperio Bizantino. Lo único identificable es que hubo un cambio en la manera de comprender las acciones políticas y militares.
Continua....
“La miseria del Historicismo”
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