Devolvamos el “chicula” a quienes lo trajeron
II
Cuando se revisa la escritura de ciertos analíticos, teniendo como punto de partida la soledad, o mejor aun la estructuración de todo aquello que se considera el origen del lenguaje, y la forma correcta como el mundo de esa telaraña ilógica (me refiero al signo o al símbolo) todo ello se imbrica en el órganon de la filosofía, se abre entonces un interrogante del todo o nada, quizás también la parte por el todo. De allí que y si el “Sapo brinca y se ensarta”, no tendrá ninguna posibilidad frente al paredón de fusilamiento que el señor Wiggestein desde su Tractatus lógico-philosophicus, escrito por la allá en medio de una o de las dos guerras, seguramente le propiciaría una muerte por ajusticiamiento. La cuestión pasa por el ojo de la experiencia y nos retrotrae al inicio de una de las teóricos que por su manera de razonar no tiene nada de singular, a menos que pretendamos desconocer a los iniciadores de tales disyuntivas de la razón, y ¿cómo se construye el lenguaje?, me dirá un sapo de ojos vivarachos: reduciendo a Husserl a su más mínima expresión. Pero desde luego mi intención no es acallar el latido de un muerto o el gorgotear de un pájaro dentro el vientre de una muñeca de cristal:- ni más faltaba-.
En las cosas del hablar de mi abuela, “sabia por demás”, la recuerdo en sus trabalenguas que propiciaba con las vecinas del barrio, por ejemplo ante la negativa de una de repuesta lógica por un altercado en común, producto del estrago hecho por uno de los marranos que escapaban rompiendo el cercado de las casuchas del vecindario, se increpaban en alegatos dignos del más legendario arquetipo del lenguaje así: “Vecina como se llama la perra, -arrecuchicuando- ¡vaya nombre!, y el apellido cuál es, -lo estás haciendo y lo estás negando- y el padre cómo se llama –voy a vete“; ahora vista las cosas con el pasar de los años, no podría darle un mejor atavío a tales jerigonzas. Para Ludwig de lo que: “no se sabe es mejor no hablar”, sin embargo, todos estaríamos sujetos por el peso de dicha elucubración a un estado de mutismo total donde el graznar de los cuervos sería de por sí, el mejor sustituto a la falta de una lógica capaz de hacer de la sociedad un mejor lugar para vivir. Pero quizás Ludwig olvidó, que al caer el sol los ojos de los perros brillan en la oscuridad y los zumbidos de las moscas se hacen menos notorios cuando la carne podrida ha dejado de palpitar por los vapores del medio día.
De todos modos el juego del lenguaje no es una cosa que tenga nada de oscuro, o que sea el principio de una nueva lógica siniestra o arrancada de los pelos de la momia del saber analítico, pero para el filósofo del Tractatus es según su lógica adversa una cuestión que sólo un dios horripilante es capaz de contener, pero para ello podría responder los siguiente: “patilla sin corazón joyo liso sin tropezón”; el puro decir se trasluce en una espesa niebla que esconde la tautología de la razón a caballo, o el merequetengue de la cosa a priori de un chiste contado en pleno entierro de un imperio venido a menos. La cosa de la analítica Wiggesteniana, en la lectura que uno hace de sus escuálidas prescripciones de la naturaleza del lenguaje, y más propiamente de la lógica matemática en su desarrollo a partir de ciertos principios fundamentados en razón de la leyes de la naturaleza, no tienen nada de melcochoso, puesto que la tarea del filósofo es enterrarse agujas en las uñas para luego salir gritando: ¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo!, y yo que puede hacer dirá la rana haciendo gu-gu-gu bajo del agua. En el tablero de las escuelas se escriben a diario recetas y formulas de cómo el razonar humano construye sus laberintos idiomáticos y el cómo deben utilizarlos: es cosa de cada quien.
Pero no nos desviemos del tema central, la lógica “proposicional” o propositiva del maestro Wiggescinto, quien en sus arañazos de que si p es q, entonces q moriría de un derrame pre-descriptivo de la naturaleza propositiva de la cosa que se formula, pues cuando se come culantro en vez de cilantro, y el enfermo de diarrea termina internado en un hospital público y muere de puro escepticismo al dudar de la capacidad de curar de la ciencia medica formal, es cosa que los parientes no entienden, pues han caído en manos de la otra ciencia tan antigua como el modo de andar a pie, me refiero a la lógica trascendental, el asunto se vuelve confuso, si se tiene en cuenta que el culantro y el cilantro ambas son hierbas aromáticas que sirven para hacerse con un buen guisado de Ñeque o Guartinaja; allí le hallo la “razón” al profesor Ludwig, no porque sea él un genio de las jerigonzas pre-concebidas para mamarle gallo a los ingleses como Russell, o seducir al neo-anciano de Frege en asuntos de “ lógicas”, quien se esforzó para que sus eructos narcotizaran a los marranos de occidente, -ni más faltaba-. Me ajusto más bien a los relicarios de versos de los cancioneros de vallenatos, y dejo más bien que: La creciente del cesar, nos hable como se hacia antes:
“esta lloviendo en la nevada arriba e'valledupar apuesto que el rio cesar crece por la madrugada, olle no le tengas miedo a la creciente del cesar que yo lo voy a crusar es por el puente de salguero y si el rio se lleva el puente busco otro modo de verte porque pa'l cariño mio nada importa un rio crecido; yo vi a dioses al caer en su corriente a un ahogao y era un hombre que iva a ver a su novia al otro lado como el otro iva bollao el doctor valle exclamo escalona ique se ahogo por andar de enamorao y solo un hombre atrevió se tira al cesar crecio cuando ese hombre se a tirao ya no estaba enamorao”
Ahora bien una vez cruzado el puente de´l salguero, o sea el puente que permite que p o q, se entrecrucen al modo de una yegua y un burro que da como resultado una mula, es decir, si p es la yegua y q es el burro, surge una cosa casi siempre estéril, hablando propositivamente, es decir, las mulas no engendran, porque son estériles, pero aquí es donde “tuerce la puerca el rabo” ahí el problema de esta demanda, puesto que se han dado casos que una mula ha parido y no se ha muerto la cría, o sea que dicha premisa de que -todas las mulas son estériles- queda de pa´ arriba, algunos dirán, que ahí no hay nada, puesto que se necesita de un establo para poder saber si lo que digo es falso o verdadero, o sea que las mulas son estériles, por consiguiente, ( eso se lo dejo a los políticos que crían caballos, y gobiernan como arrieros de mulas) un músico dirá al respecto: “Pero hay paloma que no hay gavilán que a ti te coma, que no hay gavilán”. Será que no hay espacio para una lógica más allá de los supuestos de la razón y las leyes expeditas de la física o la analítica, o será más bien al contrario que lo que Wiggestein, quería decir, en su confusa torre de babel era: “Ayyy primo Nando.. Quiero amanecer, ay con la manta en el hombro, Quiero amanecer con mis amigos parrandeando, Quiero amanecer... bailando... Quiero amanecer... cantando...”
Lo que digo no aporta mucho a la confusión de lenguas que vive el aborto de la filosofía en Colombia, y sus alrededores, pues, si Hegel se atrevió a decir, “eh ahí la razón a caballo”, lo cual significa todo un despropósito del más ilustrado de la misma razón. Cuyo lema aún hoy sigue siendo el núcleo que vigoriza nuestra naturaleza racional. “Toca” buscar en una nueva lógica como dice el maestro Dussel los cimientos del origen próximo del hombre andino, ahora está en saber hasta qué punto, la lógica hegeliana o las lógicas del mundo europeo, se comparan con las lógicas de los pueblos amerindios es cosa que no tiene un asidero seguro, lo que si creo que existe es un vertedero de basura intelectual que supura la irracionalidad de atrapar con guantes de seda un puerco espín que corre desnudo por los salones de clases, arañando a todo el que trate de cogerlo sin estar preparado con unas buenas tenazas de conceptos básicos y elementales desde nuestra lengua ancestral, por ejemplo.
Para la cultura Guahiba (Llanos Orientales en Colombia) desde la aurora o la llegada del “vavai pepatsijava pelivaisi” quienes trajeron al igual que lo llevaron a los pueblos bantúes del África, el elemento con el cual nos asesinamos a nosotros mismos el “chicula”, nuestra racionalidad está sumergida en un “cotumare” que para el costeño no era otra cosa que la “catanga” donde estamos encerrados al modo de un genio metido de pies y manos en un “calambuco”, hecho del fruto del totumo, es lo que quizás nos tiene en este tinajón o tinaja de recuentos mal o bien escritos por expertos en el tratamiento adecuado de cierto giro lingüístico. Cuando en vez de decir “guerrillero o comunista” se les da el calificativo de terroristas, o el peor de los casos de bandoleros. Todo un disfrute para quienes gustan de las tentativas del poder y su lógica hegemónica y totalitaria. Lo que en mi tautología vendría a ser lo mismo: miseria=riqueza. Pero lo anterior no cabe en la cabeza de un Dios hecho verbigracia a semejanza del hombre.
Por consiguiente si p no es q, y no p es dos veces no q el ratón miguelito dejó sus dientecitos en el techo de la lógica formal y los nuevos que le salgan estarán al servicio de la lógica trascendental, para construir con ellos el principio formal de una ley que nos de el estatus de hombres racionales y devolverle el alma al hombre que Descartes, dudando de nuestra racionalidad, osó en separar el “yo pienso” de la red cogitans, puesto que nuestros sentimientos dependen de no sé que cosa que la razón nos ha negado por ser salvajes, o sea unos desvertebrados para hacernos con nuestra humanidad un mundo digno de ser entendido no a partir de conceptos sino de realidades políticas, religiosas, sociales o artísticas, desde el popol- vuh: BALAM QUITZE, BALAM ACAB, MAHUCUTAH e IQUI BALAM, representa ese horizonte nuestro, el cual posee nuestra lógica espiritual y racional. Juego o no, la vida continua, y para terminar como dice el Filósofo Diomedes Díaz: “Porque la vida es un sueño, la plata que gano, me la gasto en mujeres, bebida y bailando”.
Bibliografía,
• El Popol- Vuh, Anónimo. Plaza Ediciones, Buenos Aires, 2007..
• En pos de los guahibos, Ed. Alberto Lleras Camargo. Bogotá, 2002
• Escalona, Rafael. La creciente del cesar, (Canción vallenata).
• La llegada de los españoles en Guahibo, Inst. De Lingüística de verano, División de asuntos indígenas, Min, de Gobierno, Rep. De Colombia, 1970.
• Benavente, pepe. El Gallo polvorete.
• Saladen, M. Raúl. Quiero amanecer, (Canción Porro).
• Wiggestein, L. El Tractatus lógico filosófico, Alianza, Madrid, 2002.
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