Apartes de la entrevista realizada al maestro Peyaye.
JAVIER QUIÑONEZ: Buen día, maestro, me place poder conversar hoy con usted en este marco de paisaje cesarense de calor y lluvia, hay un fuerte olor a casa de bahareque, a limón maduro. Me devuelve a mi infancia, es como si la memoria estuviera compuesta de olores y no de imágenes.
MAESTRO PEYAYE: Buen día muchacho, la memoria en estas tierras está compuesta de olores, en un primer momento, las imágenes surgen después. Por eso para nosotros recordar es fácil, a no ser que hayamos perdido el sentido del olfato. Con respecto a la memoria somos como los perros, así como ellos oliendo encuentran el lugar donde entierran los huesos, nosotros oliendo encontramos los restos de nuestro pasado en la memoria.
J: Es posible que así sea, incluso y ahora que usted habla de la memoria o que estamos hablando de la memoria, hace unos días leí en un diario o una revista – no lo recuerdo – un artículo sobre el problema de la educación en Latinoamérica. El autor decía que se habían cambiado varios factores en la educación, entre ellos, apunta que en ésta se dejó de lado el conocimiento por la competencia. En su experiencia como profesor ahora que se encuentra retirado qué piensa sobre la educación.
M. P: Hombe, ese es un tema complicado y aunque podemos hacer una radiografía del mismo, de todos modos, creo que lo esencial aquí es un cambio de espíritu. Incluso si quieres, llamémoslo haciendo uso de las palabras de Nietzsche, se requiere una transvaloración de los valores de la educación que surgió en la modernidad con espíritu industrial y, que se ha profundizado en nuestro tiempo con la sociedad postindustrial, capitalista y el espíritu del mercado. Es bueno tener claro, la educación se olvidó del hombre en tanto un ser como dice Fals Borda sentipensante; por otra parte, con la sociedad que empieza a surgir en la industrialización, lo que se busca es la perfección de la labor, del trabajo, de allí que el hombre empiece a ser visto en lo que respecta al elemento esencial de un mundo industrializado: la máquina, igual que ésta. Ahí está el origen de lo que tenemos hoy. Esto ha sido un proceso, de tal manera que no es nuevo. Muchos se han opuesto a esa pretensión del burgués industrial como lo llaman los comunistas, pero han sido pocos, la masa se ha dejado llevar en ese movimiento donde lo que importa es la producción, de manera consciente, por lo cual, la educación imparte un saber que debe ser pragmático, debe producir una plusvalía, en palabras de Marx la educación se volvió una mercancía y, con ella el educando corrió la misma suerte; sólo así se entiende que se hable de competencia, ésta es una palabra del lenguaje del mercado. En este aspecto soy pesimista con el futuro.
J: Frente a un panorama como el que presenciamos no se puede tener otra actitud, frente a lo que ha dicho, el aspecto político o la relación política de la educación tiene que ver con lo ético, eso significa que la educación que se recibe no tiene una dimensión ética porque desde su inicio la elimina. Por tanto, pretender que el estudiante sea político, con responsabilidades éticas en la comunidad en la cual vive, es una falacia.
M. P: No es una falacia es un absurdo. Voy a seguir explorando lo que te decía antes, ahora con respecto a la dimensión ética del hombre. Si lo que se busca es la especialización, - y tu lo has oído, es un término que se escucha aquí y allá – esa palabra está relacionada más de cerca con el hacer que con el conocimiento. Javier, sabes bien, que tengo una concepción clásica del conocimiento, por eso estoy seguro que si bien el mundo humano cada vez posee más elementos o artefactos que hacen la “vida” más llevadera, lo que se refiere a la dimensión humana está cada vez más débil a punto de romperse. Ahora bien, antes la educación buscaba como dice - esta autora de la cual me hablaste un día y que estuve leyendo algunas cosas de ella - , ¡Arendt!, que los estudiantes - en palabras de ella -, que los niños que entran en el mundo lo conocieran y lo comprendieran, entonces el papel de la educación es permitir que el niño pueda conocer y comprender el mundo. Algo así como que el proceso de la educación es un adaptar al niño en un mundo que le es extraño y, que él es potencialmente su transformador, por lo cual es en ese proceso donde se empieza a constituir lo que ella considera es una de las características principales de la política o de la condición humana, la capacidad de introducir en el mundo algo nuevo, a esto llama Fernando Bárcenas, la natalidad. Pues bien, el rol del profesor teniendo en cuenta esto, es el de mostrar al niño el mundo en su relación con el pasado y, dejárselo como legado, del cual debe hacerse responsable, este aspecto de mostrar el mundo al niño y no la muestra de una serie de conocimientos y teorías sobre un tema, considera ella, es lo que constituye la autoridad del pedagogo. Ahora bien, el niño se hace responsable en la medida que entiende y comprende el mundo, con lo cual puede realizar un juicio sobre el mismo. No existe responsabilidad sino hay capacidad de juzgar y, no se puede juzgar sino existe la capacidad de pensar. Por lo tanto, lo que puedo decirte es que en la medida en que la educación continúe por el camino que está no se puede hablar de una exigencia ética al hombre, si es que todavía se le pueda dar esa categoría a las sombras en que nos han convertido.
Por otro lado, nos han dicho y nos lo hemos creído que nosotros no somos nadie para juzgar a los demás, esto en lo que respecta a la responsabilidad de cada uno con el mundo, es una bofetada a la capacidad que tenemos de pensar y evaluar, no se puede dejar a Dios el juicio sobre las acciones nuestras en el mundo humano, a él no le pertenece, es una dimensión que se escapa de su competencia como dicen los abogados, es esa actitud la que permite que exista corrupción, impunidad, violencia, guerras, atropellos, discriminaciones y una serie de vejámenes contra el hombre. Incluso el vejamen que la misma educación contiene en su fuero. Porque cuando el niño entra a la escuela lo que ve el modelo educativo es un obrero en potencia y, si éste llega a la universidad deja de ser un obrero raso y se convierte en mano de obra calificada. Esa es la relación que los entes educativos tienen con respecto a los nuevos hombres que son como dice Heidegger arrojados al mundo. Pero ya no es el mundo humano éste se lo cambiamos por el neo mundo denominado mercado laboral, es en este mundo donde ahora yacemos.
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