Hoy
quiero hablar un poco sobre Frankenstein como representación del Estado y este
a su vez como artificio de la razón, la economía, la téchne, la religión y la
política. El problema del que gobierna consiste precisamente en desdoblar todo
un desencadenamiento de formulas que rayan entre la ciencia y la esotérica de
los sistemas diseñados para que el Estado funcione como una máquina
colectivizada y humanizada si se quiere, - en nuestro caso-, el fenómeno Frankenstein agrupa esos
principios, es decir, que dicho fenómeno se equipara dentro del horizonte de la
razón instrumental y esoterista, a países y gobiernos como: Colombia, Brasil, México, Venezuela, Perú,
Bolivia, Argentina, Ecuador, Etc., cuando el que gobierna busca por medio de
artificios descargar potencias eléctricas llamadas de algún modo: tratados,
aperturas, libre comercio, acuerdos bilaterales, o alianzas estrategias, pero
sobre todo modelos copiados de la masa global de las teorías políticas y
liberales o no-liberales; todos estos gobiernos quieren despertar el cadáver social-antropoformizado
y significado con el nombre de Estado porque: “Frankenstein aspira llevar la
luz a los hombres, a desparramar <un torrente> de luz por nuestro
tenebroso mundo”.
Europa
hace casi dos siglos buscaba afanosamente un medio, un sistema, una formula,
una palanca, una estrategia “química”, “física”,
“económica”, “político-militar” que le permitiera convertir su cloaca humana en
una colcha de retazos ideológicos, en un ser viviente, una masa vivificada
capaz de razonar, de pensar, de ilustrar el modelo neo-liberal, llevarlo hasta la misma medula del hombre
transmutado en el “Súper Hombre” quizá Nietzscheano. Los estragos de aquel
viejo ideal, no se hicieron esperar, pues, tienen hoy al viejo continente
inmerso en una “crisis”; crisis casi siempre asociado con el espíritu
capitalista y social; la “hybris”.
Hybris en sentido de “gran vacío”, como fuerza destructora y caótica que
encierra la construcción de un modelo basado en la “Téchne y la Díke”; técnica
y política es el resultado envolvente y misterioso, de cuya amalgama hoy el mundo se desgarra creando una grieta
en la invención maquinista donde la Maquina-Estado se rompe al sobrepasar la
locura, las razas, la alquimia, la libertad, el sexo, la biotecnología, el
medio ambiente, los recursos globales y planetarios; el hacer político, la
cultura, el arte, el amor y el odio por nuestro semejante se hunden bajo el
precipicio de la razón y la fe, fe en la razón desvertebrada y mecánica de la
política y la economía, o sea un Frankenstein degenerado y mustio.
Latinoamérica
busca afanosamente revivir un cadáver social y político usando el mismo ideario
de reconstrucción, de afincamiento de la “Transmodernidad” que habla Enrique
Dussel, pero llevando hasta sus últimas consecuencias la alquimia y las fuerzas
embrionarias de la mentalidad aún
Moderna de sus gobernantes. El ejercicio prometeico o luciferino de llevar la
antorcha, la luz a los hombres continua
su curso, fuerzas que inoculan el conocimiento están irrigando el
alma de un cuerpo social que funciona gracias a las estrategias del “bio-poder”, del “meta-poder” de la “bio-política” del control político y económico. El Mundo aún continua en
la región más oscura del pensamiento, no escapa de sus propias trampas
cognitivas, se estaciona y se desplaza en sentido meta-cristiano, como una
fuerza involuntaria que renueva sus heridas y las hace llagas de su propio
misterio existencial. Frankenstein es la mitocondria que pretende levantase en
medio de los designios del capitalismo voraz, de las fuerzas constructivistas
que pretenden moverse en un mundo desarraigado y superfluo. Negri habla de
“Multitud”, de “Imperio”, Gramsci de “Hegemonía”, Kant de “Razón” Hegel de
“Espíritu” todos aportan y recortan según su parecer, en esa misma tónica Yo
digo: “Frankenstein Somos Todos” y Latinoamérica es el terreno donde la “Vitalpolitik”, se erige como un coloso
desfigurado producto de las fuerzas productivas de la meta-conciencia del poder
que se iguala al dios Cronos que
devora sus propios intestinos y se destruye bajo sus propias fuerzas
inventivas.
Cuál
ha sido el paso del Mito al Hecho, se puede computar de la siguiente manera, el
sistema Colonial, sigue funcionando en la medida en que el dispositivo colonial
se abre hacia el horizonte de la vida,
se configura en lo que Foucault denomina “Economía
del cuerpo social, es decir, la economía de mercado en función del comer, el
vestir y la muerte”; de allí surge el adefesio que somos, mitad bestia
mitad maquina. Mitad cristiano mitad demonio. Frankenstein desarrolla el
post-golemnismo metafísico que pretende de un solo tajo reparar un mundo que vive
gracias al caos que lo anima. El desierto que será América latina se debe a dos
cosas en particular: la primera, consiste en su capacidad de apalancarse en la
vorágine de sus habitantes, y la segunda, en su deseo de renovarse para el
retorno de los dioses. Allí se fecunda su ontología metafísica de la búsqueda
de labrar un puente que permita unir a Dios, la máquina y el hombre. La oscura
sangre de Frankenstein subsume el elixir de la vida, las plagas humanas se ven
derrotadas en las puertas de su propio infierno metafísico de la razón y la fe.
Y mientras tanto las leyes orgánicas de la conciencia humana devastan las
reliquias perdidas de un hombre creado para la guerra y el trabajo, es decir, jamás pensadas para el goce o la vida
contemplativa.
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