Imposible hilar palabras de otra
estirpe, que lleven dentro de sí, la semilla y la flor juntas, parajes
sosegados, o que describan, por lo demás, mundos fascinantes. En vano he
tratado, pues, según toda evidencia, cada quien arma su propio repertorio que
lo acompañará por el resto de la vida. En mi caso, las mías se restringen a
unas cuantas que oscilan entre la melancolía y el desgarro.
Siento en ocasiones pena, pues,
al igual que el resto, amo y soy alegre. Sin embargo, cuando me pongo en la tarea
de plasmar, por ejemplo, ese amor y esa alegría, en una hoja, por medio de
palabras, soy incapaz. No sale. Mis taras me lo impiden. Pienso entonces que,
algo de lo que somos queda expuesto en lo que escribimos, y cada palabra que
usamos nos identifica según nuestro carácter y la manera de habitar el mundo;
en este orden; ¿cómo escribirle, a la persona amada, que mi amor por ella es
tan intenso como el vacío que circundo?, escribirle, por ejemplo: “Caro, te amo
con todo el desánimo que me alberga”. Su efecto sería evidente.
Como para animarme, digo que es
cuestión de sensibilidades, unas agradables, otras, especialmente dolorosas… Pero
amo y soy alegre, eso es lo que vale.
Que bella expresión Luis
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