domingo, 27 de enero de 2013

SIN ÁNIMO DE EXCUSARME



                                                       
Imposible hilar palabras de otra estirpe, que lleven dentro de sí, la semilla y la flor juntas, parajes sosegados, o que describan, por lo demás, mundos fascinantes. En vano he tratado, pues, según toda evidencia, cada quien arma su propio repertorio que lo acompañará por el resto de la vida. En mi caso, las mías se restringen a unas cuantas que oscilan entre la melancolía y el desgarro.

Siento en ocasiones pena, pues, al igual que el resto, amo y soy alegre. Sin embargo, cuando me pongo en la tarea de plasmar, por ejemplo, ese amor y esa alegría, en una hoja, por medio de palabras, soy incapaz. No sale. Mis taras me lo impiden. Pienso entonces que, algo de lo que somos queda expuesto en lo que escribimos, y cada palabra que usamos nos identifica según nuestro carácter y la manera de habitar el mundo; en este orden; ¿cómo escribirle, a la persona amada, que mi amor por ella es tan intenso como el vacío que circundo?, escribirle, por ejemplo: “Caro, te amo con todo el desánimo que me alberga”. Su efecto sería evidente.

Como para animarme, digo que es cuestión de sensibilidades, unas agradables, otras, especialmente dolorosas… Pero amo y soy alegre, eso es lo que vale.

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