martes, 22 de junio de 2010

LA IDEA DE LA LITERATURA ACTUAL EN COLOMBIA




En este escrito plantearemos nuestra visión del estado actual de la literatura colombiana, teniendo como fundamento para ello la lectura de algunas novelas, con lo cual aunque no es suficiente para dar un juicio más general, si nos aportan elementos suficientes para lanzar una valoración sobre la propuesta literaria de nuestros autores. Para ello seguiremos el siguiente orden en el texto: primero haremos un comentario sobre cada novela, los rasgos y los problemas que abordan cada una, para dilucidar si hay una temática común y en que se diferencian; luego daremos nuestra postura frente a la propuesta que nos plantean en los escritos literarios, intentando hacer una postura crítica que incluya por qué no, unas perspectivas sobre el rol de la literatura o del arte en nuestro contexto.
Empecemos con la obra Los Impostores (fue la novela que leí del autor) de Santiago Gamboa. En ella el autor nos habla de unos personajes que se ubican en un entorno académico; el tema en el escrito es la vida errada que descubren los personajes que llevan, cuando se lanzan en una aventura. Es a partir de esa aventura que pueden reconocer en cierta forma la inutilidad de la vida que llevan. La soledad, el individualismo, el afán de reconocimiento, una ciudad que se conoce desde distintas perspectivas, y una idea de violencia planteada desde una revolución en un país oriental, es la red de ideas que se leen en el libro. La deficiencia es en cuanto los personajes por más intelectuales que sean no poseen una posición autónoma, viven en cierta medida en una burbuja desde la cual la realidad es desdibujada, son personajes sin peso, y se podría decir sin un pronunciamiento.
Sigamos y hablemos de la obra El día de la Mudanza de Pedro Badrán, en esta novela el autor nos narra los acontecimientos de una familia que cae en desgracia y tiene que cambiar de hogar, una historia aparentemente sencilla que gracias al ejercicio fenomenológico de la narración devela los problemas de una sociedad como la nuestra. En ella vemos desde el problema de una cultura vulnerable, hasta el narcotráfico, pasando por los prejuicios sociales y la condición de los hombres cuando se sienten fracasados. Esta es una novela que deja pensando sobre la inactitud de un pueblo que simplemente observa el mundo como maniquíes que visten y desvisten la corrientes de moda y un sistema que califica como exitoso y fracasado de acuerdo a un status social.
En la novela En el Lejero de Evelio José Rosero Diaco; vemos la odisea de un anciano que busca a la nieta que está desaparecida. En este libro los problemas van ser: la violencia, el abandono, el desplazamiento; dejando ver la realidad desde una perspectiva oscura y donde lo imposible es un monstruo que incluso lleva a las voces de los personajes a no plantear alternativas, son voces que se pierden en ese espacio volcánico.
La propuesta Barros Pavajeau en su libro Ciudad Baabel, aunque novedosa, por el estilo, pero que se puede comparar con La Colmena de Cela, porque los personajes aparecen sin ningún tipo de relación entre sí, todo es un cúmulo de murmullos, en el caso de Cela los personajes no poseen ningún tipo de afinidad sólo se saludan, conversan alguna cotidianidad y salen de la escena.
Barros Pavajeau, dibuja en su narración un voyerista auditivo que se entera de la realidad por voces o comentarios de los pasajeros de un bus que cubre una ruta en Bogotá a partir de esas voces conoce el entorno de las condiciones en las cuales los habitantes de la ciudad se mueven, el hombre es un espectador de la ciudad; los personajes o mejor las voces sólo narran sus vivencias, en esas voces no hay una postura crítica.
En cuanto a la novela La Lectora, su autor continua con el tratamiento de los problemas de la sociedad, sin embargo en ella no existe una crítica fundamental de las situaciones. Los personajes son unos seres que viven de la inmediatez, de un tipo de vida fácil; donde la felicidad no se avizora más allá del capital, es una novela consumista que hasta la intelectualidad planteada en el personaje de la lectora, es una intelectualidad pacata y superflua.
Continuando con la exposición de las obras, hablemos de la propuesta de Piedad Bonnett, en Para otros es el cielo. En este libro el planteamiento de los problemas traen una posición racional, un sujeto reflexivo que gracias a la comprensión de la realidad se muestra escéptico. Un individuo que halla en la soledad la única salida a la vacuidad que el entorno le proporciona; en la propuesta de Bonnett, la razón se dibuja fracasada frente a la realidad, y, el conocimiento está en un estado de decadencia que la academia es un antro donde los sabihondos hacen su aparición con ínfulas doctas.
Llegamos ahora a la denuncia de Faciolince en su libro El olvido que seremos; este texto se plantea como el recuerdo que tiene un hijo de su padre, pero este es un pretexto para pronunciarse sobre los acontecimientos de injusticia, desigualdad, violencia; en un país donde pensar distinto es ser un anormal que debe ser desaparecido. Este libro es un libro donde la posición política del autor busca crear una sarna que lleve al lector a recordar que el pensar es la salida, que se podría decir la única a los problemas sociales. Las ideas son las que aunque ponen en riesgo la vida del hombre, son ellas las que proporcionan horizontes de posibilidad, para mitigar el escepticismo; en esta obra las ideas claman no ser olvidadas.
Y llegamos a la última novela. Rencor de Oscar Collazos. Donde la idea narrativa de una niña que cuenta su vida, nos conduce por una mirada real de los espacios que escondemos por vergüenza. Esos espacios donde lo inhumano se prueba con un sentimiento de asco. En este libro hay también una denuncia sobre el estado de miseria en la cual vive el pueblo; los desplazamientos, las invasiones en las periferias de las grandes ciudades por parte de quienes huyen de las masacres; las violaciones y la prostitución a temprana edad, se nos develan en la lectura creando una atmósfera cruel de una realidad que personas conscientes no pueden aceptar, como una de esas telenovelas de medio día, que no llevan a la reflexión crítica de nuestra realidad.
Ante las propuestas de los autores anteriormente mencionados, nos aventuramos a partir de este momento a realizar nuestra visión sobre lo que está planteando la literatura en nuestros días. Para ello vamos a aclarar que el juicio que lanzaremos, contiene una perspectiva política. Es desde esta perspectiva que tendrá sentido el juicio que haremos. Debemos aclarar que entendemos por política, una idea en la cual el juicio reflexivo de los sujetos se encamina a un planteamiento crítico de una realidad que afecta a los individuos en su condición humana.
Partiendo de la idea, que la literatura o el quehacer literario tiene como principio develar un estado de cosas que existen, en diversas formas de manifestación; entonces, la obra debe adicional a ese develamiento llevar un pronunciamiento. En las propuestas literarias que se trabajaron, todas plantean los problemas que vive la sociedad; sin embargo algunas de esas propuestas pasan inadvertidas, ya que no hay un cuestionamiento que las haga trascendentales dentro del ámbito literario. Podemos ver en ellas que la violencia, la soledad, el conocimiento, la indiferencia, y, otra cantidad de problemas llenan páginas de libros que al final no dicen nada; sobre todo porque en la obra no hay una posición del autor, su visión de la realidad. El autor más que creador es un amanuense que se dedica a llenar libros con historias que en lo axiomático terminan siendo vacías.
El afán por figurar en el circulo literario, sumado a una empresa editorial con fundamentos capitalistas, lleva a que el mercado este lleno de obras literarias, que empobrecen el ejercicio crítico y creador de un escritor con criterios propios que lo lleven a plantear cuestionamientos serios de la condición del hombre. Se hace con esto una literatura para leer en busetas o también en discotecas, debido a la superficialidad que no exige demasiado al lector. Los temas son tratados con demasiada superficialidad, los personajes no poseen un pathos; el problema en estas propuestas no son los temas comunes sino el tratamiento light que los autores realizan en sus libros; se requiere que en lo procedimental la obra dibuje la realidad y en su estructura plantee elementos de juicios que lleven a la reflexión.
Por otra parte, aunque el mercado está lleno de novelas con historia que parecen sacada de telenovelas para entretener empleadas domésticas; es alentador encontrarse con propuestas, que aunque escasas salvan el nombre del arte literario. Sus planteamientos y la postura de sus autores no sólo como creadores, sino también en el papel de sujetos políticos, los lleva a pronunciarse en sus libros; dejando en ellos su discurso sin esconderse en el personaje. O asumiendo el rol de personajes para lanzar su juicio crítico y la oposición ante un orden de ideas que va en menoscabo del hombre.
Autores como: Piedad Bonnett, Héctor Abad Faciolince, Pedro Badrán y Oscar Collazos; entran en el abanico de autores que toman una posición en sus novelas; en ellas éstos autores no son ajenos a la realidad; entran a asumir compromisos frente a los problemas en los cuales vive sumergido el hombre. Se ve en ellos una consciencia y una responsabilidad a la hora de escribir sus obras, de allí que aunque hablen de los mismos problemas en sus formas de plantearlos se descubre una visión particular del mundo y el juicio que lanzan en sus escritos es en este sentido racional y autónomo.
La literatura como todo arte debe crear en los lectores el derrumbamiento de sus mundos; sobre todo en una sociedad dormida como la nuestra, el papel de la literatura debe ser el de despertarnos de la idiotez malsana que nos agobia. Desafortunadamente las editoriales juegan su papel al igual que las academias de adormecer el espíritu crítico de los individuos; haciéndolos discípulos del facilismo, lo vacuo, lo superficial; logrando que a cualquier cosa la llamen expresión artística. Sólo el arte en todas sus manifestaciones puede mostrar el cadáver que se pudre ante nuestro ojos y no lo notamos; se debe desenterrar todo lo que yace olvidado con el propósito de salir de ese estado de intelectuales pacatos de poltronas, que son indiferentes a la situación que afecta a los individuos.
El compromiso de la literatura es dejar huella en la historia, en ese devenir de los hombres en su mundo; ¿qué huella están planteando los escritores nuestros en este momento de nuestra historia? ¿somos tan pusilánimes como para reflejarnos en esos personajes burbujas? Es claro que este país de miseria vive en lo que en economía se ha denominado sociedad de consumo, sin embargo la literatura no puede ser un producto de supermercado, un producto perecedero. El arte mediante la labor literaria tiene desde su origen una idea de caos, de violentar los ordenes que se implantan en ciertos contextos; la literatura no puede jugar al papel de la puta barata que por unos pesos se acuesta con cualquiera. La literatura debe ser autónoma, libre, pronunciarse sin tapujos. Se requiere que los escritores ejerzan la labor literaria en el contexto de mostrar su individualidad, y no escribir para ser nombrados en las páginas sociales o los espacios de entretenimiento de los noticieros; es necesario que se derrote ese afán de fama y de escribir para apaciguar el hambre.
En este orden de ideas en el espacio literario de nuestro país están las propuestas de los autores que hemos mencionado; unos que siguen el afán de publicación y otros que prefieren ser creadores; son estos últimos los que producen en el lector la sarna, la urticaria, la infección que un buen libro debe producir; después de la lectura de un buen texto se debe salir enfermo de la realidad, debe hacernos llevar una piedra encima, porque se nos ha develado nuestra tragedia. Si un libro no produce esto debe ser arrojado a la basura; en nuestras obras literarias actuales hay tanto hueso que el lector debe tener olfato de canino para poder hallar entre toda esa osamenta un hueso con algo de carne.

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