lunes, 27 de septiembre de 2010

CORRELACIONES II



II
En los confines del capitalismo
Los espejos se hacen añicos
Y volviendo al caso de Colombia es claro que la seguridad se instaura como principio rector de la realidad actual, donde el ejercicio de la violencia deambula ejerciendo control por si sola. Me explico: las armas no sólo están en poder de los grupos insurgentes, cualquiera que sea su carácter, las armas finalmente, las que pueden hacer verdadero daño, están en poder del gobernante, y este gobernante hace parte de un escala de poder, la cual siempre apunta al iceberg económico, por tanto, al desplazar a los grupos que se asientan en zonas de yacimientos de recursos mineros y naturales, no significa propiamente por parte del Estado salvaguarda la institucionalidad del derecho y la ley que prima en la constitución, sino que desemboca en un factor mucho más complejo, o sea fortalecer democráticamente a la esfera global de la economía a gran escala, bajo el pretexto de endurecer la estructura del Estado sacando de esos territorios no sólo a los grupos insurgentes, sino que eliminan por medio de las armas de gran poder destructivo a los grupos étnicos que están asentados en esos lugares que hacen parte de la gran geo-política ambiental de los países que menos les interesa la protección de esos ecos sistemas que buscan explotar por todos los medios posibles. Tales países dejan entrever un ejercicio de contrastes totalitarios al acuñar en aras de la soberanía y la democracia elementos propios de las ideologías fascista términos como amigo-enemigo, al referirse en términos coloquiales a los adversos de la patria desde los medios de comunicación y las plazas públicas.
Trabajos como los de Carls Smith, nos dan luces sobre esta categoría amigo/enemigo, pero más allá de una democracia institucionalizada, ni el socialismo, ni el conservatismo ingles, han podido desligar la vertiente moral o la religión de la esfera pública, comunidades como los Monos Blanco, mencionados en el texto de Negri y Hardt, convienen en la medida en que sirven para evidenciar la falencia o la falta de interés en recocer en los pueblo indígenas los únicos capaces de interactuar con el medio ambiente sin destruirlo totalmente, defender la soberanía de estos territorios los cuales -ya hacen parte- del mapa económico global, le ha significado a los pueblos indígenas el exterminio y la secularización de sus tradiciones; este ejercicio (el uso de la no-violencia) a consagrado una nueva forma de resistencia civil para frenar el uso de aparatos de guerra en la lucha por ganar poder y legitimidad política usando todas las formas posible de ejecución de las tácticas de desaparición forzada y desplazamiento, y, a esto le denominamos democratizar a los que democráticamente existen en la estructura del Estado.
Si bien he mencionado a Habermas es sólo por que este señor, fiel misionero de los totalitarismos disfrazados en occidente y Europa, procura asegurar a tantas lecturas mal hechas de Kant un sistema que legítima el control y la supremacía de los gobiernos fuertes, cuando precisamente Kant está previniendo de ese tipo de tesis abiertas a que el Estado se convierta en mercader de las libertades y pasiones humanas. Habermas ayuda a determinar que el Estado Moderno no es otra cosa que la instauración de un aparato que fija un precio a todo lo que se le antoje mercancía, y que no hay nada que se le escape porque hasta el infierno esta vendido. Pero no por ello esta determinando que este tipo de acciones como modelo de apertura hacía la globalización del hombre tiene que frenarse, sino más bien que hay que afinarlas para que funcionen correctamente, institucionalizándolas, democratizarlas y finalmente ponerlas al servicios de un grupito que sea capaz de desarrollarlas y situarlas en practicas tal como la hace la iglesia al instaurar las verdades eternas de Dios como inviolables y fácticas.
El Estado moderno, no es otra cosa que la gran ideología que desde la moral ha superado al mal mismo, intento decir y demostrar que gracias a esas teorías comunicativas o discursos legitimantes, Habermas propende, por consolidar a ese Estado que se homogeniza más, y que gracias a esa rigidez se puede hablar de aldea global; Simplemente trato de demostrar que la democratización de las instituciones es el primer paso al sometimiento de las sociedades cualquiera que sea su origen, en sistemas al servicio de la economía y esta a su vez como mecanismo de control de los estados democráticamente más desarrollados militar y tecnológicamente. Por tanto siendo dialógicamente -más Habermasiano que indígena- en este sentido dicho señor propone: “una política deliberativa que tiene dos aspectos, el primero se ubica en la esfera pública, donde surge un poder comunicativo, que opera como una red plural, abierta y espontánea de discursos entrecruzados de los diferentes actores ciudadanos deliberantes. En el otro sentido la esfera pública opera en un marco de derechos básicos constitucionales. Ambos aspectos, a juicio de Habermas, sirven como una regulación imparcial de la vida común y el respeto por las diferencias individuales de los diferentes sujetos colectivos, y de la integración social de los grupos humanos” {cf. La Política, p. 65}.
Las anteriores categorizaciones del mundo actual crea una visión amplia de cómo se están tejiendo alrededor del mundo sistemas racionales, que intentan responder a las duras tareas que actualmente el hombre se sigue planteando. La libertad y el bien común siguen siendo temas deliberativos que se enmarcan dentro de las agendas de los gobiernos alrededor del mundo, quienes buscan cerrar, aunque sea a medias, la brecha existente entre los países más poderosos y los que seguramente continuaran siendo los medios para sus fines capitalistas. Esto quiere decir, que la institucionalización de los recursos ambientales, punto capital en la agenda global, está enmarcada en la necesariedad como diría Jaspers de construir un modelo que propende por esquematizar conductas de habla donde el mejor postor se lleva la mejor parte y los pueblos menos aptos para dialogar entre sí, son los medios para que los fines políticos-económicos sean la base del desarrollo a gran escala de los países desarrollados, quienes equiparan los modelos industriales a la cosmogonía del resto de los habitante del planeta, y los hacen simples experiencias del pasado mítico con cualquier cultura ancestral, volcando de esto modo el recipiente de la democracia en agua esparcida por las cañerías de la refinaría que cada vez hace del hombre Latinoamericano un pequeño burgués que jamás aprendió a usar zapatos en cuero, ni lanzas, ni cuchillos contra sus enemigos verdaderos.
Sólo podemos encontrar fuentes que nos permitan franquear las oleadas de las corrientes globalizantes, no a partir de conductas de hablas, pues todos tenemos esa capacidad, sino una que permita destruir los casquetes de la universalidad política, la cual aclare y permita ver o desdibujar al Estado Moderno como el único modelo capaz de funcionar como una maquina perfecta, es otra cosa, es una variante en el camino de la razonabilidad de la razón, pues, para poder hablar de democracia, tenemos que empezar primero por dejar manifestar nuestro pasado cultural, y segundo escapar a la ideologización de la libertad como principio del derecho positivo, sino pensar más bien que la libertad humana nace como la facultad personal de interactuar libremente, y desde allí, quizá, “asociarse, bajo organizaciones o movimientos que emerjan más o menos espontáneamente desde las esferas de sus respectivos problemas e intereses, es por ahora una cuestión a tener en cuanta, pero que los transmitan de manera amplificada en la esfera de lo publico en materia de consensos, aunque los consensos terminan convirtiéndose finalmente en sistemas hegemónicos capaces de destruir cualquier acto político, dando paso a totalitarismo emergentes; y si se utiliza este medio, -el de las teorías comunicativas-, que sea entonces para que surjan hechos revolucionarios que cambien el curso de las cosas tal como ahora están planteadas desde la esfera de la seguridad y la democracia liberal”{cf. La Política, p. 66}.
Dicha ruptura con el salvajismo democrático de la razón es, tal vez, una apertura hacia un nuevo escenario de la política en Colombia, la “democracia” ha sido una religión de partidos, y un estrecho camino donde se juntan los pies para continuar el sendero trillado de la hegemonía social y política de los herederos del poder, y los capitalistas que se dedican a mercadear con los recursos del Estado; si bien -¡aquí¡ el Estado es una propiedad que se hereda, los que lo administran reconocen en dicho proceso de gobernabilidad tener muy claro cuales son los intereses económicos más que políticos que los envuelve, desde un sector del desarrollo capitalista en Colombia se construye dicho proceso, es decir, la base para fortalecer la democracia, significa que países desarrollados tenga mayor acceso a la conducta social de los agentes democratizados en todo el territorio nacional y de este modo se hace más fácil su dominio hegemónico y cultural. Esto es lo que se entiende en Colombia por fortalecer la democracia, es quitar a un grupo de personas de un lugar específico y dejar que otros con mayor capacidad de dominio ejerzan el control. Esto genera miseria interna, y cuando un pueblo experimenta la miseria se hace hijo de sus circunstancias, las cuales lo hacen fruto de moliendas y abono para los olivares de los reyes en el mundo.
Mucho se ha hablado de corrientes políticas en los escenarios internacionales, que intentan hacerle cerco a los desmanes de la globalización afirmando que la lucha por tener un planeta cada vez con más opciones de vida para quienes lo habitan, se cae cuando un país como los Estados Unidos, se niegan en firmar el tratado de Kyoto. De ahí que una política del reconocimiento envuelve también el orden de los principios de libertad para todos, pero a penas surgen compromisos a nivel global como la no contaminación de los mares, o reducir los altos índices de contaminación ambiental, países como Estados Unidos, dejan ver que sus políticas liberales y sus nociones de democracia, son apenas los medios que utilizan para poder persuadir mercados y abarcar continentes enteros con políticas de industrialización y desarrollo, con el respaldo de los medios masivos de comunicación, quienes también están al servicio no para informar o alertar a la voz pública, sino que utilizan todo el poderío que tienen para continuar generando violencia al servicio de las potencias mundiales. Parecería que no existiese posibilidad alguna para encontrar consenso a nivel de los medios de públicos, ojala dichos consensos se tarden lo suficiente porque sería afianzar más los medios publicitarios como la nueva herramienta del totalitarismo a partir de la moda y los servicios informáticos: medios amalgamados a los grupos económicos que bajo el signo de la voluntad utilitarista de las masas se convierte en la nueva cristianización del mundo latino. La victima finalmente, - el ciudadano común-, se constituye en punto de equilibrio entre los que gobiernan, el poder económico y la sociedad civil.
Finalmente la pregunta de si es posible una democracia, queda suspendida en el ámbito de los códigos de habla que muy sutilmente dominan quienes desde la modernidad han hecho de los espacios públicos, sistemas tanto económicos como políticos, para usufructuar en los mercados globales, grandes e importantes sumas de capital; la democracia tal como la entendía el griego en la polis es, a luz de nuestro tiempo un simple remedo que ha perdido todo posible horizonte de llegar a globalizarse masivamente, en ese sentido, y según Habermas, Negri y Hardt, podemos hablar de democracias, siempre y cuando todos los agentes puedan desde el ámbito de lo público ejercer la voluntad del pueblo en espacios que permitan entrañar el viejo anhelo platónico, o aristotélico de una sociedad que tenga como eje principal la vida buena, por tato, y quizá exista democracia en comunidades muy reducidas, pero globalmente lo único que se puede instaurar son medios masivos de comunicación que alejan al sujeto de su entorno social, y lo ponen al servicio del capitalismo, quien finalmente toma todo y lo convierte ahora si, en bienes de consumo global, es decir, la democracia es el sistema mediante el cual se instaura una especie de totalitarismo donde el poder-dominio hace de los ciudadanos formas difuminadas para que exista la hegemonía de una gran capa social-desarrollada sobre el resto de los pueblos, en este caso subdesarrollados. Y las teorías políticas no son más que herramientas bases para el dominio de las clases, y la integración del hombre Andino al mundo hispánico, y a nuestra cotidianidad se hace cada vez más un remoto punto en el espacio de las ideologías sociales de la cosmogonía americana.

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