domingo, 26 de septiembre de 2010

RECORDATORIOS


El punto...

Ahora, en la alta curva de la noche que se descuelga por las paredes de esta odisea temida y peligrosa, espero salga el sol en la mañana también para mí, pues, después de una larga penumbra en el pensamiento europeo, se logró por fin un punto, y este punto surgió a medio camino, en la filosofía de occidente, es decir, se presentó cuando Kant hizo la torsión, el giro, el quite a la cosa del dogmatismo imperante en la rancia esfera de la conciencia aún feudal de aquellos tiempos, pues, se tomó como inicio, como partida lo que había hecho Copernico en el campo de la ciencia, es decir, el objeto dejo su tribunal y paso a ser objeto ahora de análisis, de estudio, de investigación. Por ello nos dice Schelling “Con Kant surgió la aurora, qué extraño, pues, que aquí y allá haya quedado una pequeña niebla en un valle pantanoso, mientras que las cimas más altas ya se encuentran bajo el resplandor del sol” [carta N° 10]; esta niebla quizá no sea otra cosa que la teología, o mejor aun la iglesia como institución y como rectora en la construcción del pensamiento a través de la conciencia colectiva. De allí que Schelling nos diga en la misma carta;
“ A menudo, indignado por el abuso de los teólogos, he querido tomar refugio en la sátira y reducir íntegramente la dogmática, con todos los anexos de los siglos oscuros, a los fundamentos prácticos de la fe; pero me ha faltado el tiempo y, sabe Dios, si una vez que hubiera acabado la sátira no habría sido tomada en serio por la mayoría, de tal manera que, ya en mis años mozos y por lo menos en silencio, habría tenido el gozo de brillar como una lumbrera filosófica”. [N° 10]
Entiendo que a partir de aquí empieza a surgir la cuestión de lo que ahora nos interesa a saber: aquello en lo cual se fundamenta el pensamiento al menos hasta aquí de Schelling/Hegel, o sea, razón y libertad. Y para que podamos irnos hacía las nuevas fronteras de la razón del idealismo Alemán se tiene que partir de lo incondicionado nos dice Schelling, y este incondicionarse, -cree él- sólo puede lograrse cuando se resuelva la pregunta, es decir, si este incondicionarse radica en el Yo o en el No-Yo, para mi dice Schelling, “el principio supremo de la filosofía es el Yo puro y absoluto, es decir, el Yo en tanto que no es más que Yo, que aún no está condicionado en modo alguno por los objetos, sino que es puesto por la libertad” [N° 10], pues, es en la libertad donde los objetos –estimo- logran su estar en el mundo, es allí donde se logra el despliegue de lo incondicionado al no estar limitado por los objetos el Yo, supera su estado de irracionalidad a donde lo han conducido la ciencia de la religión, o sea, a lo no dado como fundamento del existir mismo de la sustancia. Sustancia que para Spinoza y luego para Schelling, es entendida para el segundo, como el absoluto logra salirse de su estado de contradicción, yéndose hacía lo indeterminado.
Es entonces, en la esfera práctica donde esta razón del absoluto lograría su estadio más alto, su cumbre, su nivel más propio para que el hombre vuelva a mirar al mundo con los ojos que de tiempo atrás fueron maltratados por el dogmatismo religioso. Y para ello había que dislocar el principio de finitud de la conciencia humana frente, a Dios. Esta nueva manera de conducirse por los parajes de la filosofía nuevamente como la rectora de los fundamentos antes perdidos tenía que surgir de; “lo que era imposible para la razón teorética en vista de que ha sido debilitada por el objeto, lo hace la razón práctica”, es decir, lo que para Schopenhauer, vino a ser la cosa en sí: la voluntad. Se torno para Schelling en el fundamento de su filosofía, puesto que para el Yo absoluto, o sea Dios, no puede reducircele a un objeto, pues dejaría de ser absoluto:
“Por consiguiente, no hay un Dios personal, y nuestra máxima aspiración es la destrucción de nuestra personalidad, es el paso a la esfera del Ser que, sin embargo, nunca jamás será posible; -de ahí que sólo sea posible un acercamiento práctico a lo absoluto, y de ahí- la inmortalidad” [N° 10].
Más adelante Hegel le responde a Schelling: “Del sistema Kantiano y de su máximo perfeccionamiento auguro una revolución en Alemania que partirá de principios existentes y que sólo requieren de ser totalmente refundidos para ser aplicados a todo saber actual” [Carta N° 11], hay aquí una respuesta y esta repuesta nos va conduciendo como Ariadna al minotauro, es decir, a la razón entendida desde la libertad que tienen los objetos para manifestarse, siempre desde una conciencia absoluta que les permite ser. Pero este imperativo de la libertad tenía sus achaques, y estos a su vez se manifestaban así dice Hegel: “La religión y la política ha jugado bajo el mismo techo; aquélla ha señalado lo que el despotismo quería, el desprecio del genero humano, su incapacidad de hacer bien alguno y de ser algo por si mismo” [N° 11]; se abría entonces, un nuevo horizonte para la filosofía y con ella su estarse en el mundo como ciencia que también debía tener los mismo principios a saber , de ser un saber absoluto al igual que Dios como constituyente del mundo, y no ya como un imaginario de la razón, sino como un principio de dominio de la voluntad humana.
Vamos y continuamos de camino al asunto que nos aqueja, pues, la razón y la libertad estaban según parece amarrada al libro de los tiempos –la Biblia por supuesto- , aunque los vientos después de la reforma luterana no estaban del todo desempolvados, sí había, un nítido interés por subsumir todo lo que la revolución Francesa estaba dejando como estela en toda la Europa central. De allí que de las cartas de nuestros amigos Schelling y Hegel, podemos al menos dilucidar que para ambos existía un vivo interés por erradicar del suelo Alemán todo aquello que produjera modorra en los espíritus “Resulta inconcebible constatar cuanto daño ha causado este despotismo moral; de haber durado unos años más, habría oprimido la libertad de pensamiento en nuestra patria más profundamente que cualquier despotismo político” [Carta N° 13]; pero mi pregunta es: ¿qué es eso del ir más allá del ser moral ?, se puede responder según la carta 13 de Schelling a Hegel, la humanidad, el universo de los espíritus libres estaba en crisis, en peligro de ser tomada en su ultimo reducto por la moral teológica; “La ignorancia, la superstición y la efusividad se habían ido poniendo paulatinamente la mascara de la moralidad y, lo que es aún más peligroso, la mascara de la Ilustración” [N° 13], había por supuesto que desbordar esos limites impuestos y sobrevolar el viejo imperio de la razón, ahora con ojos de águila para tener la certeza de todo cuanto se entendía como fenómeno de la Ilustración y el lastre de la escolástica Aristotélica.
En este sentido, la intención que subyace en los escritos de Schelling radican en su fuerza de voluntad, en su acercarse al mundo, yendo a los asuntos mismo de la moralidad de su tiempo, se creaba entonces una necesidad superior de construir un sistema que fuese capaz de revolucionar el pensamiento de su momento, de su nación, de todo el orbe del mundo occidental, dice él, “Ya no se trataba sólo del conocimiento, la inteligencia y la fe; lo que estaba en juego era la moralidad: nunca se hablaba de enjuiciar conocimientos o talentos, sólo se juzgaba el carácter” [N° 13], vemos entonces, puesto que el velo de Maya, estaba por todas partes, en todos los lugares y en todas la ciencias, no faltaba sino que surgiera el pensamiento capaz de hacer, como diría Nietzsche mucho tiempo después, un pensamiento que unido a él fuese capaz de crear una colisión de conciencia, y está colisión estuvo en cabeza de Schelling, Hölderlin y Hegel, pues, la historia era más que un simple recoveco, que era necesario trazar para ilustrar los momentos ya pasados. No. Según Schelling era necesario tomar como punto de partida la idea del Yo absoluto, para luego poder entender que la historia es la totalidad de lo que somos y de lo que seremos, pues, Schelling comprendía que en la historia se hallaba el despliegue de la autoconciencia.
Mas adelante Hegel reitera este punto en la constitución del sistema que se pretendía desarrollar, es decir, él creyó haber descubierto en los escritos de Schelling [cf. N° 14], una luz que al final brillo cuando hubo logrado la Fenomenología del espíritu. Pero en esa misma carta Hegel sabe y reconoce “que el fracaso de la razón y su sobrevuelo por encima del Yo se fundaba en su sentido de no haber cambiado nada en el tratamiento que de Dios se hacía y que se tenía como medio” por ejemplo: la fe. [Cf. N° 14]; pues, la autoconciencia al no estar determinada e incondicionada, sólo podía desarrollarse a partir de la libertad, y esta libertad, estribaba decía Schelling en la posibilidad de un Yo, como rector del mundo, pero estando en el mundo a través de los fenómenos, pues este era uno de sus objetos. En este sentido de cosas, la razón y la libertad estuvieron bajo el peso de la teología, y para desentrañar ese reino era necesario derrumbarse y que se fundase una nueva Iglesia invisible, que estuviese ahora sí, los pilares de un idealismo Alemán vigente, es decir, El Arte, La Ciencia y La Filosofía, como fundamentos lógicos de los cuales surgirían todos los demás sistemas de la conciencia universal, ora espíritu, ora Yo, y para ello se tuvo como punto... de arranque la revolución Francesa de 1789. ¿Cuál debe ser nuestro punto actual?, quizás la cosa está por los lados del bio-espacio, la violencia, la educación, la política, los partidos… pero más allá de la respuesta, está el punto nuestro, es decir, la cuestión por nuestras propias preguntas.
Bibliografía
Correspondencia Completa: Schelling – Hegel. Traducción de Raúl Gutiérrez y Hugo Ochoa.

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