sábado, 23 de octubre de 2010

DECÁLOGO


La importaría de la comunicación en el paleolítico y el neolítico.




Las raíces sociales del arte y de la
Literatura es lo que constituye el tema
De esta gran síntesis.


Ha existido siempre un sumo interés por parte de los historiadores e investigadores de la modernidad principalmente, en trazar un trayecto que nos permita reflexionar a cerca de los orígenes y el destino que tuvo los inicios del arte y las primeras formas sociales, y de cómo los antiguos primitivos comenzaron este largo camino que hoy nos permite hacer una aproximación tanto al paleolítico como al neolítico.

El sentido de lo artístico en el Paleolítico permite establecer la importancia y el carácter primigenio del arte como sistema de comunicación, en tanto que está impreso en un largo camino hasta nuestros días como un lenguaje propio de la época, es decir, tomado principalmente de la naturaleza y la vida rupestre. Se observa que existía un lenguaje que articulaba la cultura antigua, ya sea como forma decorativa o geométrica, la cual estaba fundamentada principalmente en factores como la familia tribal, o en las clases privilegiadas. De ahí que su valor radica en la riqueza expresiva de los primeros rasgos imitatorios como forma expresiva del medio geográfico de las primeras tribus.

El hombre del Paleolítico desarrolló todo un proceso al interior de su espacio natural con el simple hecho de observar y plasmar su actividad diaria en muros y piedras con el sólo hecho de ver su entorno: “Los pintores del Paleolítico eran capaces todavía de ver, simplemente con los ojos, matices delicados que nosotros sólo podemos descubrir con ayuda de complicados instrumentos científicos” [Hauser: 14]; este desarrollo nos permite encontrar y verificar que tan importante es para el arte estos primeros esbozos en el espíritu de la época. Nos hallamos, entonces, frente a un proceso vital donde el lenguaje de la talla en piedra por ejemplo, nos permite recordar que dicho lenguaje fundamenta la necesidad de dejar de un lado la imagen como aprehensión de la realidad, e ir más allá ahora sí, en la búsqueda de los significados de las acciones humanas.

En ese sentido las cosas del mundo se instituyen como verdad transformada, no podemos hablar de modelos o de un sistema predispuesto para el arte del paleolítico, sino como un estarse en el mundo siendo uno con él, a la vez que se imprimía un goce por lo natural propiamente dicho; allí se fundamenta la importancia del arte como lenguaje, en el hecho que permitió estructurar la imagen versus mundo, lo contrario ocurrirá en el neolítico, donde si existe un valor impreso en la reflexión de los primeros artistas surgidos de la necesidad de establecer relaciones con el mundo pre-político de la época, con valores como el mundo y la realidad, mente y cuerpo o alma y cuerpo.

La existencia como representación también significó un paso crucial e importante, pues, el hombre del Paleolítico logró establecer un vínculo entre “la representación y la cosa representada”, es decir, que su deseo de hacer una aprehensión del mundo lo impulso a reflejar la naturaleza tal como está se manifestaba ante sus ojos: “El pintor y cazador paleolítico pensaba que con la pintura-poseía, era ya la cosa misma, pues pensaba que con el retrato del objeto había adquirido poder sobre el objeto; creía que el animal de la realidad sufría la misma muerte que se ejecutaba sobre el animal retratado” [Cfr. Hauser:16], este hecho –el de la representación- marco el sentido de las primeras formas de arte.

El goce que el artista sentía al plasmar su mundo natural, constituía el transito de lo cotidiano no verbal, al aparecer de las formas naturales desde la hoja que cae hasta los cambios climáticos; de ahí que la representación como impresión de la realidad cobre un sentido importante, si se tiene en cuanta que estamos hablando de los primeros bosquejos de un arte insipiente que se convertirá con el paso del tiempo en una primera forma de impresionismo: “El artista paleolítico, que estaba interesado únicamente en la eficacia de la magia, seguramente sentiría una cierta satisfacción estética en su labor, por más que considerase la cualidad estética simplemente como medio para un fin práctico” [Hauser:18].

Es claro entonces establecer la importancia del arte como forma de expresión y de comunicación del primer hombre en la antigüedad, su valor como artista residía en el hecho de hacer de sus impresiones del mundo un hecho casual, sin buscar en ello nada trascendente o metafísico, sino que lo hacia por referencia propia con el mundo. Para el hombre del Neolítico el valor de la comunicación va siendo encaminada por la senda de lo conceptual, es decir, la representación que tuvo un primer valor en lo paleolítico, en el neolítico gana espacio en lo simbólico; por tanto el mundo se sale de su cause natural y toma un sentido como imagen. De allí que la idea como medio y forma tenga un trasfondo mucho más rico en imágenes y conceptos.

Por tanto pasamos de un naturalismo simple a un animismo que maneja de base y fondo una especie de dualidad donde los conceptos de la realidad cobran un sentido más estricto respecto a la pintura, por ejemplo: “El animismo divide el mundo en una realidad y una supra realidad, en un mundo fenoménico visible y un mundo espiritual invisible, en un cuerpo mortal y un alma inmortal” [Hauser: 24].

El arte, entonces, como expresión de un medio natural se transforma con el tiempo en pilar del arte como obra, es decir, que en el neolítico la experiencia deja sobresalir un mundo que palpita bajo la piel del hombre que busca descifrar los códigos secretos de la naturaleza. Esta tarea reflexiva nos permite articular el sentido de lo artístico como asiento comunicante, como un sistema aún rupestre, pero el cual sí tiene y cuenta, con una carga de sentido y direccionado hacía el pensamiento y éste (el pensamiento) como referente artístico y simbólico a su vez como lenguaje de las razas primitivas, en el cual ellas nos cuentan como eran y como vivían en la antigüedad, por eso podemos decir que gracias a esta propiedad del arte (el trasmitirnos cosas y elementos de la antigüedad) se puede hablar hoy de comunicación y lenguaje en cualquiera de sus forma en la esfera social.

Cuando aprendemos a comunicar, ya sea por medio del habla, el símbolo, el signo o la imagen el horizonte de la vida se abre y nos permite comprender lo importante que fue este periodo como piedra angular en la evolución del arte y la literatura hasta nuestros días. Este dualismo de la razón y la praxis permitió franquear lo desconocido del mundo antiguo, gracias a la pintura, a los símbolos, y los signos por ejemplo: podemos hoy entender parte de un pasado oculto dejado por los antiguos primitivos. Gracias a esa memoria podemos hoy comprender mejor la historia primitiva, esto es lo importante y fundamental en nuestro estudio actual del Paleolítico y el Neolítico.

La experiencia del hombre frente al arte se logra reconocer cuando bajo el influjo de la magia y la sensualidad que el exterior le expresa logra dejar huella en el tiempo. El arte primitivo tuvo esa facultad de expresar libre y espontáneamente el curso de la historia en el inicio de un camino que nunca acabamos de recorrer. Por ello, el arte como expresión natural, simbólica y artística representa para todo aquel que se detiene frente al pasado, una sombra bajo la cual hombres y mujeres empezaron a tejer el mundo antiguo de la realidad: social, política, religiosa y cultural. El hombre de las primeras edades logró conceptuar bajo sus propias abstracciones la naturaleza en primera instancia y luego el mundo como imaginario social. Fue allí donde el señor Hauser logró descifrar los primeros códigos cifrados de un mundo abarrotado de señales y símbolos bajo los cuales despertamos al alba de las primeras civilizaciones.

BIBLIOGRAFIA
HAUSER, Arnold, Historia social de la literatura y el arte: desde la Prehistoria hasta el Barroco. Ed. Debate. 1998.

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