sábado, 18 de junio de 2011

VERDAD Y APLICACIÓN EN UNA HISTORIA DE LAS IDEAS PARA AMÉRICA LATINA


Desde sus orígenes, la historia de las ideas se propone un objetivo diferente al de la especulación metafísica clásica, pues no se enfoca hacia verdades absolutas, eternas y sistemáticas, sino al descubrimiento de la dinámica profunda que implica el acto de pensar, inserto en unas circunstancias concretas y, como se ha visto, entregado a través de la tradición. Sin embargo, ha habido posturas extremas que parecieran negar la posibilidad de alcanzar algún tipo de verdad a través de este enfoque y dejan toda su labor en la narración de circunstancias o en la presentación cronológica de pensamientos, sin ninguna aproximación a la verdad; una historia de las ideas asumida de esta manera se convertiría en una labor inútil que poco tendría que aportar al continente latinoamericano, más allá de lo anecdótico documental.
Para el caso de una historia de las ideas fundamentada hermenéuticamente, la aproximación a la verdad es su objetivo final; pero no es cualquier tipo de verdad, sino aquella que surge del diálogo y la circularidad de la comprensión de sentido. Esta verdad responde en primera instancia a la revelación del ser que se da como algo propio de la existencia humana; pero no un ser estático e imposible de comprender, sino aquel que se revela en la temporeidad y se dice de muchas maneras, por lo tanto un ser que se comprende solamente desde un giro ontológico, entendido como el reconocimiento de que el ser como categoría universal y trascendental por excelencia se da a conocer por medio de las particularidades, en el desarrollo del tiempo y mediado por la lingüisticidad del ser humano. “El giro ontológico se ubica en la comprensión de lo que es el ser, concibiéndolo no como algo trascendente, más allá del espacio y el tiempo, no más allá de la vida y la materia, no más allá de la apariencia fenoménica y cambiante, no más allá del lenguaje y la interpretación humana, sino en y por todos ellos” (1)
Lejos se encuentra esta posición de pretender fundar un relativismo ontológico y proponer que el ser sea uno para el hombre latinoamericano, otro para el europeo o el asiático; lo que se quiere reconocer es que el ser sólo es comprensible gracias a la existencia del hombre y a su capacidad de comprensión y, tal como se ha expuesto, esta existencia se da desde particularidades históricas, sociales, culturales, lingüísticas, como punto de partida para el acceso a la comprensión de lo universal a través del diálogo.
Además de observar el efecto que ha tenido una idea en las circunstancias que constituyen su contexto, se debe dar un acercamiento a la comprensión de la realidad, mediado por el texto y actualizado por la labor del intérprete. El historiador de las ideas debe entonces dar razón de la manera como ha ido aumentando el horizonte de comprensión en América Latina, y esto se logra con la referencia permanente a la realidad pensada e interpretada a través de las ideas; el historiador de las ideas es un pensador que al actualizar la pregunta a la cual responde el texto, vuelve a plantearla y a dejarse dirigir por la realidad misma, para así comprender el sentido que sobre ésta el texto transmite. “Un texto metafísico, aun cuando reflexionemos sobre los trasfondos históricos de las afirmaciones sólo podemos entenderlo si miramos conjuntamente a la cosa; sólo así llegamos a la comprensión más profunda de las afirmaciones”(2). El mirar conjuntamente la cosa implica seguir preguntando por ella, es decir seguir pensando, por lo tanto seguir en el camino de descubrimiento (aletheia) de la verdad. De este modo la verdad se entiende como un proceso histórico de descubrimiento, de revelación que no termina; donde lo descubierto, más que meta o final del pensamiento, es el impulso para seguir buscando, para seguir comprendiendo el ser. Una historia de las ideas fundamentada hermenéuticamente no se opone totalmente a la metafísica, sino que pasa de una metafísica de la esencia a una metafísica de la existencia, pues sólo en ésta se revela el ser.
Desde de esta metafísica de la existencia, una historia de las ideas en América Latina, debe dar cuenta de la manera en que la aproximación a la verdad ha surtido efecto real a través de la historia. Los hombres no han desarrollado su pensamiento motivados por un simple afán intelectual, sino que fundamentados en éste, han orientado su acción y su manera de responder a las circunstancias, es decir se han adaptado al mundo y lo han recreado. La praxis del hombre latinoamericano ha ido de la mano con la visión intelectual que éste ha tenido de su realidad particular y de la inserción de esa realidad en el campo de lo universal. Así, la función crítica del historiador de las ideas debe evidenciar los olvidos, malentendidos y pérdidas, al igual que los logros que se han dado en el proceso de pensamiento del continente, relacionado íntimamente con la praxis que a partir de las ideas se ha venido desarrollando. La acción del hombre latinoamericano se convierte en un texto que también debe ser interpretado, pues es en ella donde las ideas adquieren vida y finalmente demuestran si han servido como instrumento de liberación, o por el contrario han encubierto o tergiversado la realidad, alienando al ser humano. El diálogo en una historia de las ideas, es un diálogo hermenéutico, “un diálogos crítico, y la interpretación que realiza de la realidad humana omnímoda es una interpretación crítica: es un dar cuenta y razón de esa realidad en nombre de la propia razón humana en libertad”(3).
La verdad desde la perspectiva de una historia de las ideas, se verifica en el momento de aplicación de las ideas a la acción del ser humano. Así, el historiar las ideas en América Latina se convierte en esclarecer el modo en el cual el hombre latinoamericano está y ha estado situado antropológicamente en su mundo, y la manera como ha repercutido y repercute sobre él. No es una verdad del pasado que ya se superó y quedó como resto, sino el reconocimiento crítico de cómo se ha ido dando el proceso de acercamiento a la verdad a través de la reflexión y la acción en el continente, y la forma en que se sigue dando ese proceso en la actualidad; de nuevo se instaura como diálogo entre pasado y presente, que sin embargo no se queda allí, sino que se proyecta a futuro. “la hermenéutica sirve a la historia no sólo al interpretarla, sino al recordarle lo que debe ser evitado, lo que estuvo mal, lo que más vale que no se repita”(4).
El efecto histórico, es decir la aplicación que tiene la comprensión del sentido de las ideas filosóficas en América Latina, está dado por el aporte que pueda brindar para sentar las bases del pensamiento y la acción del hombre latinoamericano orientado hacia el futuro. El reconocimiento crítico del sentido que han tenido las ideas en el continente, conjuntamente con la crítica que se hace de los prejuicios propios de la actualidad, se instauran como el marco de recreación de sentido del ser del continente y la anticipación de la manera como quiere ser reconocido dentro de la cultura universal.
Desde la pluralidad y particularidad del ser y quehacer latinoamericanos, una historia de las ideas ha de dar el justo valor que le corresponde a las diversas interpretaciones de la realidad producidas en el continente. No todas son válidas, pues a pesar de que el ser y la realidad se dicen de muchas maneras, no se dicen de cualquier manera.
En el diálogo entre horizontes de comprensión diferentes histórica, social, cultural e ideológicamente, se someten a crítica las diversas interpretaciones y se reconoce, analógicamente una jerarquía de sentidos necesaria para evidenciar el aporte que desde uno u otro horizonte se ofrece hacia la construcción de un sentido universal, dentro del cual se puede llegar a un consenso sin necesidad de anular la particularidad, es decir llegar a una “unidad mediada a través del reconocimiento de las particularidades”(5), sin olvidar que en últimas el acuerdo o consenso debe hacer correspondencia con la realidad, con el mundo, con el ser.

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1. GARCÍA GONZÁLEZ, Dora Elvira. Hermenéutica analógica: entre universalismo y particularismo. En: Cuadernos de filosofía latinoamericana. Bogotá: No. 82-83/84-85 (2001); p. 27.
2. VALENCIA GARCIA, Jaime. Hermenéutica: Introducción sistemática y analítica. Bogotá: USTA, 2003. p. 169.
3. ORTIZ OSÉS, Andrés. Mundo, hombre y lenguaje crítico: estudios de filosofía hermenéutica. Salamanca: Sígueme, 1975. p. 221.
4. BEUCHOT, Perfiles esenciales de la hermenéutica, México: UNAM, 1999. p. 78.
5. RODRÍGUEZ, Introducción a la filosofía, : perspectiva latinoamericana. 4 ed. Bogotá: USTA, 1993. p.109.


2 comentarios:

  1. Perspectiva que permite el abanicamiento de posturas plurares para retormar los viejos dilemas Latinoamericanos. Buen texto.

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  2. Gracias Ariel por el comentario, aunque reconozco que es una reflexión que se suscitó hace algunos años y que por cuestiones de tiempo ha quedado estancada. Espero poder retomarla desde dos perspectivas que pueden ayudar a identificar lo propio del "ser latinoamericano": hermenéutica y amor (odio) y hermenéutica y política.

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